El miércoles pasado el presidente López Obrador hizo por octava ocasión en su gobierno exactamente el mismo anuncio: el próximo año habrá internet sin fines de lucro en todo el territorio nacional. La primera vez que lo hizo fue en septiembre de 2019. Conforme avanzaron los meses y el proyecto fue fracasando y costando más, le meta se fue posponiendo: originalmente el “internet para todos” estaría listo en 2020, y ya va en finales de 2024.  

Ese día, en la conferencia mañanera, quedó claro que la ambición del proyecto también se ha ido encogiendo con el paso del tiempo: de prometer que llegaría a 300 mil pequeñas comunidades del país -para que las zonas más alejadas y pobres de México tuvieran conectividad- ahora se instalará en puras cabeceras municipales. Me pregunto si no hubiera sido más barato subcontratar a Telmex o a Totalplay para que abrieran sus redes (entre ambas tienen como 90% de cobertura en el país) y sólo pagarles por eso. Quizá ya estaría funcionando.  

Como en muchos proyectos del obradorato, saldrá más caro el caldo que las albóndigas: la administración federal ha tenido que rescatar con cosa de 3 mil millones de pesos a la empresa privada a la que encargó el “internet para todos” porque fracasó. Ese dinero se suma a los 7 mil millones de pesos que ya el gobierno de Peña Nieto había invertido en la misma empresa para el mismo objetivo de brindar “internet para todos” (los priistas le llamaron “red compartida”, pero en el fondo es igual). Desde Felipe Calderón se intentó la misma idea, así que el proyecto obradorista de “internet para todos” es la versión chiquita, mal hecha y más cara de lo que no pudieron cristalizar sus dos antecesores.  

la López Obrador tuvo que rescatar a la empresa encargada de “internet para todos” porque en ese proyecto invirtió dinero de las Afores, es decir, apostó los ahorros de los trabajadores mexicanos y no puede permitirse políticamente que se esfumen esos recursos. En estas Historias de Reportero he denunciado cómo ha ido creciendo este engaño, esta trampa, en varias columnas desde el año 2021: “AMLO apostó dinero del pueblo… y lo perdió”, “Comedia de enredos: la 4T y una empresa consentida”, entre otras). 

Por si fuera poco, el presidente presumió con bombo y platillo que la CFE realizará un tendido de fibra óptica de 32 kilómetros. ¿32 kilómetros? ¡No es nada! Es el mismo cuento de los números que suenan a mucho y son realmente poco. Apenas la semana pasada tuvimos otra muestra: se anunció que el AIFA en seis meses absorbería el 45% de la carga que maneja el AICM. 100 mil toneladas de carga cada año, se presumió con grandilocuencia. Cuando uno hace números, eso equivale a… seis vuelos diarios. O sea, nada. La explicación es sencilla: el grueso de la carga que llega a nuestro país vía aérea, se transporta en la “panza” de los aviones de pasajeros, y de esos, ninguno se va a ir al AIFA, sino sólo la mitad de los que traen 100% carga.  

Un gobierno de cuentistas, pues.  

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