El caso de Adriana Smith, una mujer embarazada declarada con muerte cerebral y mantenida con soporte vital durante tres meses hasta dar a luz, ha generado un encendido debate en Estados Unidos sobre los límites legales del aborto y la definición de cuándo comienza la vida.

Smith, enfermera y madre de 30 años, fue hospitalizada el pasado 19 de febrero tras sufrir fuertes dolores de cabeza. Al día siguiente, su pareja la encontró inconsciente. Poco después, los médicos del Emory University Hospital la declararon con muerte cerebral. Smith tenía entonces entre 9 y 12 semanas de embarazo.

Según declaraciones de la familia, los médicos explicaron que la legislación estatal de Georgia no permitía desconectarla del soporte vital mientras el feto mostrara signos de vida, por lo que el cuerpo de Smith fue mantenido artificialmente en funcionamiento hasta que el bebé —llamado "Chance"— nació con 21 semanas de gestación.

La ley estatal en cuestión es la conocida como “ley del latido del corazón”, aprobada en 2019 pero activada en 2022 tras la anulación del fallo Roe v. Wade por parte del Tribunal Supremo de EE.UU. Esta normativa prohíbe el aborto a partir de las seis semanas de gestación, una etapa en la que muchas mujeres aún no saben que están embarazadas. Para efectos legales, la ley considera persona al feto desde el momento en que se detecta actividad cardíaca.

"Esta decisión debería haberse dejado en nuestras manos", declaró April Newkirk, madre de Adriana, en una entrevista con la cadena local WXIA. “No estoy diciendo que hubiéramos elegido interrumpir su embarazo... Lo que estoy diciendo es que deberíamos haber tenido una opción”.

El bebé, que actualmente pesa 1 kilogramo, permanece en una unidad de cuidados intensivos neonatales en Atlanta. Aunque los médicos siguen monitoreando su estado de salud, no se tienen buenos pronosticos para él.

La historia ha despertado fuertes cuestionamientos sobre los derechos de las familias, la autonomía médica y el alcance del poder estatal en decisiones íntimas y complejas.

Como resultado, en internet se ha abierto un extenso debate acerca del tema, en donde algunos defienden la decisión del estado y otros se preguntan: ¿Hasta qué punto debe intervenir el Estado en decisiones familiares profundamente personales? ¿El bebé tendrá una vida realmente digna?

Este caso no solo pone a prueba el sistema legal de Georgia, sino también los valores que como sociedad se le asignan a la vida, la muerte y la libertad de elección. La historia de Adriana Smith y su hijo Chance es, para muchos, una llamada urgente a revisar hasta qué punto las leyes reflejan —o imponen— decisiones que deberían ser profundamente humanas. Pero, dime, ¿Tú que opinas?

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