El país entero está conmocionado tras la confirmación del hallazgo sin vida de Fisher Rodrigo Gutiérrez, un adolescente de 14 años que desapareció el pasado 22 de marzo en la zona de Los Pinos, en Yacimientos, Bolivia. Su caso había movilizado a vecinos y familiares, quienes no cesaron en la búsqueda, incluso cuando las autoridades mostraban escasa respuesta.
Fisher fue visto por última vez cuando se dirigía al Desfile de las Teas en la Plaza Avaroa. Desde entonces, su familia emprendió una campaña desesperada para encontrarlo, mientras que la comunidad se unía en marchas y denuncias públicas exigiendo acciones concretas.
Fue hasta principios de mayo cuando, tras una búsqueda impulsada principalmente por los propios familiares, se localizaron sus restos a orillas de un río en la zona conocida como La Quebrada. El cuerpo se encontraba en avanzado estado de descomposición, lo que ha dificultado tanto el proceso de identificación como el arranque formal de las investigaciones.
Lo que ha generado mayor alarma es que, según el testimonio de su padre, el lugar del hallazgo estaba rodeado de elementos extraños: q’oas, sullitos, un ala de gallina, hilo blanco, cigarros, entre otros, comúnmente asociados a rituales esotéricos o prácticas de santería. Esto ha dado pie a la hipótesis de que el menor habría sido víctima de un ritual con fines oscuros.
Hasta el momento, no hay personas detenidas ni líneas firmes de investigación, lo que ha provocado indignación entre la población y críticas severas hacia las autoridades. La familia ha insistido en que fueron ellos quienes encontraron las pistas cruciales sin ayuda institucional, evidenciando un preocupante abandono del caso por parte de la policía local.
El pasado 5 de mayo, familiares, amigos y vecinos realizaron el velorio de Fisher Rodrigo, en medio de un ambiente de profundo dolor y exigencias de justicia. La comunidad boliviana, afectada por el horror de este crimen, clama por respuestas claras y un proceso que lleve a los responsables ante la ley.