El 25 de octubre de 2023, el Huracán Otis azotó Acapulco con una fuerza que no se había visto en años. En su paso, el huracán dejó destrucción, temor, alrededor de 52 muertes, daños por más de16 mil millones de dólares y, lo que muchos afirman, una serie de eventos inexplicables que han dejado una huella indeleble en los habitantes de este puerto. Entre los testimonios recogidos, emerge una narrativa más allá de lo visible, una que conecta la furia de la naturaleza con lo espiritual y lo paranormal.

Muchos residentes de Acapulco creen que la tormenta fue más que un fenómeno meteorológico. En un video compartido en redes sociales, se recogen innumerables comentarios, el video proviene del sitio de Facebook "Acapulco Paranormal, bajo el título "Cosas paranormales que pasaron antes y durante el huracán Otis en Acapulco"

Para algunos, el huracán fue una manifestación de una limpieza espiritual, una respuesta a la energía negativa que, según ellos, se ha acumulado en la región. "Cuando hay destrucción causada por agua, es porque el lugar requiere limpiarse espiritualmente", dice un lugareño. Habla de la brujería, los asesinatos, y las emociones oscuras que —en su opinión— han impregnado Acapulco, atrayendo consigo la furia de Otis. Para ellos, la tormenta no fue una simple casualidad, sino una señal de que el lugar necesitaba purificarse. Esto, ante la creencia de que el puerto era un lugar donde había innumerables casos de pedofilia y trata infantil.

Al segundo día de la devastación, un equipo de apoyo llegó a la ciudad y escuchó a un anciano relatar su experiencia. "Era una bestia en el mar la que provocó el huracán. Parecía un dragón y una serpiente al mismo tiempo", contó. Según él, cada aleteo de la criatura traía truenos y relámpagos verdes, y las ráfagas de viento parecían rugidos de una entidad mitológica. Para los que lo escuchaban, su relato no parecía una invención. "No titubeaba al hablar", dijeron.

Más inquietante aún, fue la experiencia de una familia que se refugió en un pequeño baño de su casa. A medida que el huracán rugía, ellos sentían que alguien intentaba abrir las puertas desde afuera, como si una fuerza invisible los acechara. "Se escuchaban gritos horribles, casi como si rugiera un animal", contaron. La energía, describen, era "densa y pesada". Para ellos, la noche del huracán fue más que una lucha contra los vientos y el agua, fue una batalla espiritual.

Los testimonios no terminan ahí. Una mujer cuenta que, durante la tormenta, su familia escuchaba golpes desesperados en la puerta de su departamento, pero al preguntar quién era, nadie respondía. "Mi mamá prendió un cirio bendito y lo puso en medio de la sala", dijo. Curiosamente, aunque el agua se filtraba por las ventanas, el lugar donde estaba el cirio permaneció seco. "Mi niño dice que escuchaba a una mujer llorar. Hasta la fecha, cuando corre el viento fuerte, me pregunta si la mujer volverá".

Otra residente, que vive en un quinto piso con vista a la bahía, recuerda cómo el viento era tan fuerte que parecía arrancar la puerta de su departamento. Pero lo que más la impactó fue escuchar, en medio del caos, un canto ceremonial, como el de monjes, que resonó durante varios minutos antes de que la fuerza del viento comenzara a disminuir. "No era normal", reflexionó.

Un tema recurrente en muchos de los relatos es la presencia de luces extrañas y sombras inquietantes. "Del patio de mi casa salían bolas de fuego, conté seis", dijo un testigo. Otros mencionan haber visto sombras grandes y pequeñas corriendo en todas direcciones. "Un señor me platicó que vio sombras muy grandes en el viento", narró un hombre. "Lo de las luces y los ruidos en el aire, yo lo vi y lo escuché. Algo pasó esa noche que no fue normal".

Una semana antes del huracán, algunos ya sentían que algo iba a suceder. "Soñé con inundaciones", cuenta una mujer que vive en Renacimiento, una de las zonas más afectadas. En sus sueños, veía un río de agua marrón que la envolvía. "Esos no eran sueños, eran avisos", afirma.

Entre el miedo, la devastación y la incredulidad, lo cierto es que el huracán Otis no solo dejó cicatrices físicas en Acapulco, sino que también removió profundas emociones y creencias entre sus habitantes. Para algunos, Otis fue la furia de la naturaleza; para otros, fue una señal de que algo más profundo y oscuro habita en Acapulco.

En medio de la devastación, los relatos de luces, sombras, cantos y llantos se han convertido en una parte integral de la narrativa de lo que vivieron los acapulqueños. Hoy, mientras reconstruyen sus hogares y sus vidas, muchos se preguntan si lo que vivieron fue una advertencia o una purificación, una respuesta espiritual a las fuerzas invisibles que, según ellos, han acechado Acapulco por mucho tiempo.

 

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