Me sorprende el rítmico sonar de tambores. Me cobija la sombra de la Giralda. El cortejo avanza al frente uniformados con banderines con el escudo que representan a una cofra día. Saxofones, trompetas y flautas avanzan solemnes.

Aparece, como moviéndose en olas discretas, la virgen de la Anunciación, sentada en el trono. Un ángel hincado le dirá que será la madre de Dios. Apenas se percibe el paso de los hombres que la llevan a cuestas. La virgen lleva una corona y una rica capa roja con ribetes dorados. Otro cortejo de aproxima por la calle contigua. Ahora es la virgen de Guadalupe. Extremeña. Es una réplica de la de Extremadura. Su semblante es negro y el niño también. Todos los turistas quieren llevarse la imagen en sus celulares. La procesión avanza al ritmo de los que cargan la imagen. Doce hombres con un cojín en el cuello y cubiertos por los faldones de la plataforma llamada pasos, avanzan.

La solemnidad es enorme a pesar de la multitud de visitantes con sus celulares. La procesión nos habla de la pasión de los españoles. Sevilla es una ciudad que resiste al tiempo. Caminar por el casco viejo, bajo el sol de septiembre que se deja sentir y obliga a caminar pescando las sombras de las casas, es un reto. Entrar a la catedral compensa. Las columnas inmensas cumplen su cometido. Hacer sentir la pequeñez del ser humano. El mausoleo de Cristóbal Colón es un féretro de maderas y bronce sostenido por cuatro figuras que represen tan los cuatro reinos de la España de entonces. De rostros impávidos, sostienen los restos de un hombre que se atrevió a desafiar lo imposible.

Al sostener que la tierra era redonda el genovés aseguró que sería posible llegar a las Indias. Audacia sin límite que cuenta con el apoyo de la Reina Isabel. Sevilla fue el puerto por el que llegaban las mercancías del nuevo mundo a través del Guadalquivir. Se convirtió en una enorme Metrópoli a donde llegaban personajes de toda Europa. Cosmopolita, rica, culta y entusiasmada por la artes. Destacan Diego Velázquez, Bartolomé Esteban Murillo y Francisco de Zurbarán. Sevilla cimentó su poderío en una profunda religiosidad, que aún se advierte en sus procesiones.

Los reyes católicos ganaron la guerra a los musulmanes en 1492, al tiempo que Colón se encontraba con el continente que sería América. Reyes que lograron unificar España y dar por terminados casi 800 años de dominio árabe. Durante 10 años sitiaron a Granada que era el último bastión de los moros. Los reyes católicos están sepultados en la capilla real en un anexo de la catedral de Granada, según su deseo. El mausoleo es de mármol de Carrara y las esculturas reflejan la actitud de seres que construyeron un imperio. Caminar por la Alhambra transporta a otro universo. Isabel I de Castilla, al conocer los palacios de la Alhambra, hizo que se dedicara una sala a la oración y se adornara al estilo mudajar. Cuando Washington Irving en 1929 conoció los palacios nazaríes que estaban abandonados, logró que le permitieran habitar en ellos.

En conversaciones con los lugareños, conoció las leyendas que le permitieron escribir los famosos Cuentos de la Alhambra. Cuentos que dieron a conocer al mundo los bellísimos palacios Nazaríes. Contemplar desde el barrio de Sacromonte en Granada los palacios de la Al hambra, la imaginación vuela. A lo lejos escucho música, flamenca. Es de un tablao. La tentación es grande y no resisto. La cueva está preparada para las bailadoras. Los dedos del guitarrista se deslizan con magia. La cantaora con las palmas de sus manos lleva el ritmo y de su pecho sale la voz gitana. Habla de amores y tragedias. Con la prestancia de un pavo real, una bailadora morena con lentitud acaricia el aire con sus manos. Aquí, se vale soñar y dejarse llevar a los palacios de la Alhambra en un maravilloso recorrido nocturno.

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