Un nuevo ciclo se aproxima para la atribulada ciudad de Cuernavaca. Una ciudad amenazada por fenómenos naturales y... por la misma población.
Las nuevas autoridades municipales de Morelos posiblemente seguirán pensando que podemos reinventarlo todo, como creen en el gobierno actual, que más bien parece un salto al pasado reciente.
Quizá conviene hacerse las preguntas: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos?. ¿Entenderíamos mejor nuestro tiempo? y ¿podríamos resolver algunos temas del presente y pronosticar nuestro futuro como sociedad?.
Viene a cuento lo anterior al leer el libro publicado por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos: “Historia de Morelos, tierra, gente y tiempos del sur” Particularmente el tomo IV “La Sociedad Colonial, 1610-1780.” (Segunda Edición, 2018) dirigido por Horacio Crespo y coordinado por Brígida von Mentz. Resume el trabajo de ocho investigadores que se dieron a la tarea de escudriñar lo sucedido en los siglos XVII y XVIII.
Es un texto que va más allá de la manera en que generalmente se aborda la historia con base en personajes que destacaron en su tiempo. Dice la coordinadora del texto en la introducción: “Es una propuesta de estudiar el pasado a partir del análisis de la sociedad que vivió en lo que hoy conforma el Estado de Morelos... quienes conformaban distintos tipos de asentamientos y cómo estaban estratificados.. describir qué producían... cómo vivían y pensaban”. Muestra (entre otras muchas otras cosas) cómo afectaban a la población las pandemias y éstas a la economía.
El matlazahuatl, así llamado al tifo más agresivo, en la villa de Cuernavaca en 1737 ocasionó 536 muertes. Vecinos, hacendados y religiosos reunieron fondos para alimentar y dar asistencia médica a los indios que llegaban a la ciudad. Lograron recolectar “.. dos pesos de carnero, dos pesos de pan, dos para arroz, garbanzos, nabos, cebollas, carbón, sal y especias, así como atole para los enfermos. Otros vecinos aportaron azúcar, cocineras y molenderas.”
La alcaldía de Cuernavaca tenía una gran productividad agrícola. En ese entonces había 31 ingenios con 1600 esclavos. Muchos esclavos fueron adquiridos por las haciendas de Yautepec y Cuautla. Los indios y criollos que huyeron del sur de valle de México, “adquirieron casas, tierras y mujeres dejadas por los muertos” en las poblaciones de lo que hoy es el estado de Morelos.
Es interesante observar que para el siglo XVIII había avances en la prevención y tratamientos de las enfermedades pandémicas. Se lee en el texto que “Existía una clara política gubernamental para cuidar a la población... acordonar las zonas infectadas, prohibir los enterramientos públicos, el uso de luminarias para purificar el ambiente, dar mayor atención hospitalaria a los enfermos y la instalación de los denominados lazaretos, que eran casas o lugares para aislar y curar a los enfermos”
La organización social y política en la colonia integraron el modelo español y la organización de los Tlahuicas. Los españoles permitieron los “altépetl indigenas, que eran “unidades socio-políticas complejas compuestas de varias subdivisiones; participaban en el gobierno los hombres con algún tipo de estatus social elevado, lo que permitía una representación uniforme de los distritos...llamadas Tlaxillacalli” ; con ello continuaron las normas de las élites indígenas para la organización social.
En Cuernavaca nunca se estableció un municipio español durante el virreinato, lo que permitió que los Tlahuicas continuaran a cargo de la vida política durante los 300 años de la dominación española.
Morelos tiene un pasado sumamente rico que va más allá del sitio de Cuautla o de la lucha de Zapata. La mirada que nos regala esta colección de la UAEM, es un bello viaje a nuestro pasado, lo que nos permite comprender mejor a esta tierra.
Me he permitido destacar solamente una pequeñísima muestra de la inmensa riqueza que se encuentra en sus páginas. Todos los textos están documentados acudiendo a fuentes originales.
Quizá algo se puede aprender de aquellas formas de ejercer la autoridad. Destaca la participación de todos los estamentos sociales y la solidaridad en los tiempos difíciles.
La Cuernavaca contemporánea concentra todo el poder en la presidencia municipal. Quizá valdría la pena buscar formas para descentralizar la actividad pública: empoderar a las delegaciones, tomar en cuenta a las colonias, a los fraccionamientos y a los pueblos mediante el diseño en conjunto de una política pública para el fortalecimiento de las comunidades. La imaginación al poder.
Por: Ariel Homero López Rivera opinion@diariodemorelos.com