La carrera por las candidaturas se ha iniciado. Aparentemente ya hay candidatos por algunas coaliciones. Es un remedo democrático. Las candidaturas en todas las coaliciones parecen ya estar definidas. O sea, el periodo de pre campaña, que se supone es para que al interior de los partidos seleccionen a sus candidatos entre varias propuestas, no es tal, pues las cúpulas ya se pusieron de acuerdo o están en proceso, dejando a la militancia… mirando. La pandemia ha instaurado nuevos modos de hacer política. Entre el miedo que prevalece por contagiarse y las ansias por figurar, la clase política se reúne, con tapabocas o por Zoom y hace acuerdos, luego los desconoce, luego manda mensajes, ora por WhatsApp o por Twiter o en medios de prensa (a la antigüita) y finalmente renace el juego del tapado y el antes poderoso dedo. A pesar de los decenios transcurridos, los partidos no aprendieron la lección. No tienen mecanismos serios y transparentes para la elección y designación de sus candidatos. No solo eso. Sino al advertir el descrédito en que han caído, buscan candidatos ajenos a la militancia. O bien, seleccionan con base a encuestas, mismas que siempre son cuestionadas por los perdedores. La selección mediante encuesta generalmente mide el conocimiento que tiene la sociedad de los aspirantes. Buscan los partidos de esa manera asegurar una buena base de dónde partir hacia la elección. De esta manera quedan eliminados los métodos democráticos y el debate de ideas y propuestas. Queda descartada la carrera partidista. Quedan fuera los liderazgos con un proyecto político. Quedan fuera los cuadros formados en las filas del Partido. Surge la necesidad de que aparezcan actores no contaminados. Pero, el andamiaje construido está hecho para impedir que aparezcan como candidatos independientes y son obligados a participar por la vía de los partidos. Las campañas serán momento propicio para recuperar el pasado. Pasado que es visto con no poca nostalgia por aquellos que lo vivieron. Unos lo aprovecharán para señalar y recordarle a la gente lo malo que han sido los adversarios. Lo que estará en juego es la recuperación de la memoria. Vaya conflicto. Los nacidos en los setentas y después, por supuesto que no recordarán los años de permanente crisis económica y el despilfarro de los gobiernos que lo propiciaron. No les dice nada. Sólo un tercio de la población puede recordar aquellos aciagos años de inflación de tres dígitos y devaluaciones. Las generaciones posteriores lo saben por los libros –los que leen, que no son muchos- es decir, la memoria colectiva es débil. La capacidad de olvido la han tenido desde siempre las sociedades de todos los tiempos. De allí el planteamiento nietzscheano entre la memoria y el olvido. Muestra en su Genealogía de la Moral, cómo para preservar una comunidad era necesario que la gente no olvidara, y para lograrlo se valía de todos los recursos inimaginables, como es el castigo público y la tortura. Las religiones lo saben también y han sido esenciales para mantenerse en el pasado. De allí su posición conservadora. Para vivir en el pasado, recurren sistemáticamente a la memorización mediante la oración. Los musulmanes lo hacen cinco veces al día. El cristianismo pide la asistencia al menos una vez a la semana a los templos, el judaísmo, el hinduismo, etc. La oposición actual no ha logrado articular un discurso firme y serio para detener el regreso al pasado. No encontró la manera de resumir y grabar en la mente colectiva los logros alcanzados. No ha sabido defenderlos, a pesar de ser consciente de lo que está en juego. Tiene la cola sucia por los errores y abusos cometidos. Permitieron que lo que más se recuerde son sus errores y corruptelas, y no las Instituciones y programas exitosos. El modelo no-neoliberal y populista, es un modelo que, como diría Nietzsche, impide la aparición de nuevas formas de comprender el presente y el pasado, “la historia anticuaria impide optar por lo nuevo, paraliza al hombre de acción”. Es aquí en donde está anclada la propuesta de Morena y que, como las religiones, repite incansablemente todos los días en la mañana. El reto no es menor para los candidatos que pretenden contener el proyecto de país del actual régimen . Pues se enfrentan, sin una estrategia consistente, a un oleaje reiterativo todos los días desde el centro de la república, que machaca y avasalla con el discurso de la recuperación de la historia.

Por ARIEL HOMERO LÓPEZ RIVERA  / opinion@diariodemorelos.com

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