Cuando comento con alguien de libros o de la prensa escrita, normalmente sale a colación mi gusto por leer en el iPad.

A veces la gente lo toma como una afrenta e inmediatamente me echan en cara que ellos sólo leen en papel, lo cual a mí me parece muy bien.

Pero la verdad no me explico muy bien esta posición.

Lamento que no haya tenido esta herramienta cuando era estudiante, pues me hubiera ahorrado mucho trabajo para poder obtener más y mejor información de la manera más sencilla en tiempo y forma.

Utilizo el iPad porque bien podría escribir o leer en la computadora, cosa que también hago dependiendo del lugar en que me encuentre o del tipo de texto que necesite hacer.

El iPad por su tamaño la puedo cargar conmigo fácilmente en los viajes, en mis caminatas, paseos, etc.

Es llevar conmigo mi biblioteca, lo que hace que mis lecturas se adapten a mi estado de ánimo o intereses del momento.

En ella leo la prensa todas las mañanas y los artículos que me resultan interesantes me permite compartirlos en forma instantánea.

Por supuesto sé que puedo hacer lo mismo en la computadora o en el Smartphone.

Una me resulta pesada para cargar y el celular incómodo, sólo lo utilizo para revisar algún texto y para asomarme a las redes sociales, enviar algún mensaje o hacer la lista del mandado.

Sábados y domingos leo los periódicos en papel.

Disfruto esta maravilla de la tecnología.

Cuando leo un libro en el iPad, subrayo sin culpas, hago notas al margen; si no entiendo una palabra de inmediato la consulto en el diccionario de la Real Academia o me lleva a Wikipedia o la web me da innumerables posibilidades para aclarar algún significado, o bien me permite consultar de inmediato un autor desconocido o que no recuerdo.

Miles de APPs a mi disposición para pagar mis deudas, comprar cosas y libros, etc.

Disfruto el poder acceder y comprar de inmediato algún libro recomendado o que me interesa.

Hace unas semanas, fui a la exposición de Koons y Duchamp, “Apariencia Desnuda”, en el museo Jumex.

¿Qué sabía yo de Koons? pues casi nada, sólo que una de sus obras se vendió en 90 millones de dólares.

Así que a consultar Wikipedia y conocer algo de lo que se dice de su obra y entender la liga del curador entre Paz y Koons.

Un ensayo de Octavio Paz sobre Marcel Duchamp, “Apariencia Desnuda”, me permitió entender el concepto revolucionario en el arte a partir de la propuesta de Marcel Duchamp con su “Fuente” y otras obras.

Me quedé subyugado cuando contemplé el “Vidrio” de Duchamp, presente en la exposición pero en calidad de réplica, pues el original se encuentra en el museo de Filadelfia.

Leí el ensayo de Octavio Paz en el que analiza minuciosamente la obra de Duchamp y nos descubre todo un mundo sugerente y provocador, pues su estilo nos permite navegar en el tiempo, razonar y entrever el porqué de esa ruptura en el arte en las primeras décadas del siglo XX.

Compré el libro de Paz en papel y busqué la imagen del “Vidrio” en mi dispositivo.

La manera como nos introduce Paz para acercarnos al entendimiento del arte como concepto, como idea, como filosofía, es maravillosa, y con el iPad frente a mí pude ver y descubrir lo que Duchamp pretendió transmitir.

Regresé al museo para volver a contemplar el “Vidrio” bajo nueva mirada.

El texto me sirvió como guía y logré tener mi propia idea.

No la de Duchamp.

No la de Paz.

Sino la mía.

No hubiese logrado esta nueva mirada si no tuviera mi iPad.

El texto de Paz me llevó a otros artistas de los cuales tengo referencia pero que reconozco que sabía muy poco o ya se me habían perdido en los pliegues de mi memoria.

Así que por $29.00 agregué a mi biblioteca virtual la obra completa de Arthur Rimbaud y ni modo que no agregara las flores del mal de Baudelaire.

 Todo eso y mucho más sin dejar mi escritorio, sin ir a la librería y gastando muy poco por ello.

 Sé que el papel tiene su encanto.

 Por supuesto que lo disfruto.

 No peleo por ello.

 Pero la dimensión que me da el iPad es exponencial y cada vez mejor (pues encuentro nuevas aplicaciones).

 Mi directorio, mis notas, mis fotos, mis libros, mis registros, mis cuentas y todo en mi dispositivo.

En la actualidad no se puede decir -no leo por que los libros cuestan mucho- Es cierto.

Pero, el 65 % de mexicanos tienen acceso al internet (INEGI), ya sea en el celular, computadora o cualquier otro dispositivo.

Hay miles de libros gratuitos.

Los resultados de la prueba ENLACE nos muestran la dificultad que tienen los estudiantes para comprender las lecturas: más de la mitad no pueden comprender bien un texto.

 El estudio “Hábitos de Lectura” de la OCDE y la UNESCO nos muestran un panorama francamente desolador, pues México ocupa la posición 107 de 108 países.

 O sea, un promedio de lectura de dos libros anuales por persona.

 No celebremos.

 El 35% de los mexicanos aseguró no haber leído un solo libro en su vida.

 Leer digital o en papel, ¡qué importa! Que las nuevas generaciones aprendan a leer en donde quieran y puedan.

¿Cómo harán nuestras autoridades en Educación para enfrentar y salir victoriosos de este inmenso reto?

Por: Ariel Homero López Rivera / opinion@diariodemorelos.com

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