Difícil aceptar lo que sucede en Cuernavaca. Acribillan a jóvenes en una colonia popular con armas largas. Nueve personas inocentes son asesinadas de manera brutal. Todos jóvenes. Además 15 heridos. Los acribillan en el velorio de un amigo que aparentemente murió en un accidente en el llamado paso exprés, antes desviación hacia Acapulco. Dicen que le dispararon y al perder el control de la moto, voló para encontrarse con la muerte.

Al día siguiente a las 10.40 de la noche se apersonan sicarios y acribillan a los presentes en el velorio del amigo ido. No mataron a más porque se les acabaron las balas. La autoridad se presenta media hora más tarde. Y presumen que el motivo es por conflictos entre bandas rivales de vendedores de droga disputando el territorio. La información llega hasta el Presidente, quien en su conferencia mañanera, ocho días después, reconoce que hubo una matanza entre bandas contrarias.

En el sitio del asesinato múltiple, quedaron los casquillos de armas de uso particular del ejército. Quedan esparcidos los cuerpos de 15 heridos y cinco cadáveres. Se agregarían 4 más, que murieron en los hospitales.

La tragedia trasciende. Morelos es noticia en toda la república y más allá. Tres días después del atentado, el gobernador lamenta lo sucedido y pide más apoyo al gobierno federal. Un subsecretario de gobierno del Estado recibe a los deudos. Les ofrece apoyo económico. La Senadora se pronuncia reclamando la inseguridad en el Estado. Un diputado federal expresa que el crimen es una clara demostración de que se avanza en la lucha anticrimen. Los deudos velan y entierran a sus víctimas en silencio, en privado. Custodiados por las fuerzas policiacas.

Lo que me sorprende, es la indolencia de la sociedad. La respuesta oficial a lo sucedido es sabida: es un conflicto entre bandas de narcos (lo dijo el Presidente y lo dijo el responsable de la seguridad en Morelos). O sea, no es tan grave, pues se trata de jóvenes relacionados con el hampa. La gente piensa: seguramente traficantes y drogadictos. Lástima que también le tocó a gente inocente. Sólo eran compañeros, amigos, y vecinos que despedían al amigo.

 

 

¿Por qué el pasmo? ¿Por qué la indolencia social? ¿No son jóvenes y gente con derecho a la vida? Son delincuentes, es la sentencia sin juicio. De las autoridades no es posible esperar otra cosa que: “se llegará hasta sus últimas consecuencias”. Ahora, agregaron que ya se tiene una nueva App!

 

 

¿Miedo? ¿Nos hemos acostumbrado a la violencia? ¿Nos refugiamos en nuestra zona de confort? ¿Nos hemos olvidado de la solidaridad? ¿Qué nos pasa? Somos una sociedad anestesiada.

En épocas pasadas, no hace tanto tiempo en Cuernavaca, la gente se manifestó por las calles pacíficamente, por el incremento de los secuestros (¿???)y un gobernador fue destituido. Años antes bastó que el precio del transporte subiera. Los estudiantes salieron a las calles, tomaron la plaza; gritaron; sacudieron la ciudad. Por un simple aumento de tarifas del transporte público. Antes de eso, habían salido a la calle y lograron la autonomía universitaria. El Rector de la UAEM marchó al frente de una columna de estudiantes y el pueblo, para reprobar al gobierno por los hechos del ´68. Las jóvenes Tetelcingas marcharon una y otra vez para reclamar mejores condiciones para su Normal y garantizar su ingreso al sistema educativo.

Hoy, han masacrado 9 vidas y las que se acumulen,. No importa, al cabo son delincuentes. Juzgados de antemano. Aunque sean inocentes niñas y niños de 12 años . Los habitantes de la colonia Antonio Barona están de luto. Tienen miedo. La autoridad dice saber qué es lo que pasa. La autoridad llegó tarde. El presidente Municipal mandó un mensaje por medio de su vocero, lamentando el hecho algunos días después.

¿Qué nos pasa? Ya nada nos sorprende, pues bastante tenemos con la implacable ola de muerte ocasionada por la mal manejada pandemia. Amedrentados. Sin empleo. En las esquinas vemos cada día más gente vendiendo algo o luciendo sus habilidades. Indolencia. Esa capacidad para no sentir dolor. Para no sentir nada. Para no reaccionar y justificarlo todo en aras de nuestra tranquilidad.

En otros tiempos y, por menos, pueblos ha habido, que han demandado y logrado la renuncia de responsables de la policía, de alcaldes, de gobernadores, y aún de presidentes .

La indolencia campea adormeciendo los espíritus.

Los Zapata ya no están.

Estamos en crisis. Crisis de salud, económica y de profunda inseguridad.

También estamos envueltos en una crisis de lo que significa el sentido de comunidad. Crisis que tienen que motivar a la sociedad cuernavacense a romper la inercia. Se requiere de un resurgimiento del espíritu social solidario que no esté a la espera de que el papá gobierno federal o estatal lo rescate (porque además no lo harán). Crisis que nos haga organizarnos para enfrentar, como sociedad, las lacras sociales que nos tiene anestesiados y mandar al diablo a los que no pueden controlarla.

¿Dónde está el coraje, dónde la rabia y la indignación ?

Por:  Ariel Homero López Rivera / opinion@diariodemorelos.com

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