Escritores y filósofos han reflexionado sobe las similitudes entre el ajedrez y la política. El escritor Alejo Carpentier (cubano/ francés), en su novela “El acoso” (1956), hace que el protagonista se desplace por La Habana, siguiendo pautas como las de una partida de ajedrez. Es perseguido por razones políticas y cada movimiento tiene que ser ágil y pensado con rapidez, como en las partidas del ajedrez. Anticiparse a los movimientos que harán sus persecutores, de la misma manera como un jugador avezado tiene que hacer para decidir qué camino tomar. La novela mantiene el misterio y describe las complejidades de la época de la dictadura de Gerardo Machado.

En ambos juegos, el de la política y el ajedrez, se tiene que vencer al oponente. Elabora un plan para destruir al adversario. Cada movimiento tiene un propósito que debe ser ajustado de acuerdo al movimiento del contrario. Quien controla el centro del tablero tiene ventaja. El zócalo de la ciudad de México y lo saben los políticos.

Los grandes maestros del ajedrez, así como los políticos, pueden jugar simultáneamente con varios adversarios. Los maestros del ajedrez juegan varias partidas simultáneas. Los políticos se enfrentan a problemas que demandan claridad en el pensamiento y rapidez en las decisiones. Los maestros jerarquizan a sus adversarios y definen concentrarse en los más experimentados, dejando a los mas débiles con estrategias simples. La teoría y su experiencia en las aperturas y los finales les permite ser eficientes ante varios tableros. Ejemplo de ello fueron Capablanca y Kasparov, legendarios ajedrecistas.

En estos tiempos somos espectadores de la trama política más compleja de la historia reciente. El presidente de los EEUU decidió jugar simultáneamente varias partidas. Ha puesto a todos los jugadores oponentes (presidentes o primeros ministros) de los países a realizar esfuerzos inmensos para tratar de adivinar sus jugadas. Los jugadores de ajedrez observan, analizan psicológicamente a sus oponentes. Al mismo tiempo evalúan riesgos y oportunidades. Unos sacrifican piezas; los otros analizan el costo de los posibles daños. La política y el ajedrez requieren adaptabilidad y capacidad para responder a movidas sorpresivas.

El gobierno mexicano está haciendo un esfuerzo enorme para mover sus piezas con inteligencia y pagar el menor costo. El problema es que el adversario es impredecible. Las jugadas de Trump son sorpresivas y, aparentemente inexplicables. La historia lo dirá.

¿Por qué sacrificar, o ceder una pieza clave, como un Secretario de Hacienda bien posicionado? Jugada misteriosa y sorpresiva. El reloj de la mesa de juego marca el tiempo.

Jorge Volpi el sábado en el Reforma, entre otras preguntas plantea ¿(estamos) frente a un hombre de poder con quien al cabo resultará posible negociar o frente a una criatura errática e inestable que romperá todos los acuerdos?

El juego de la política en su máxima expresión. El planeta lo ve con asombro. Imposible no recordar las intenciones de Alemania que desencadenaron la gran guerra.

Para México es el tablero que más inquieta. Pero el otro tablero no es menor ¿Cómo jugar con el enemigo de adentro? ¿Cómo no causar mayores daños y satisfacer la demanda de los vecinos?.

La mente del jugador de ajedrez, sobre todo la de los grandes campeones, desarrolla la capacidad para visualizar las movidas hasta 20 jugadas. Los jugadores de esta clase, tienen la experiencia y memoria privilegiadas. Y pueden reconocer tácticas y posiciones. Les permiten predecir los movimientos siguientes.

El secretario de hacienda se fue. Vaya momento.

Bobby Fischer frente a Boris Spassky en el campeonato mundial de 1972 en la llamada partida del siglo, sacrificó a un alfil que propició una serie de movimientos que culminaron en la victoria para Fischer.

El gobierno de Morelos logró “comerse” a un alfil peligroso. El fiscal cayó. Pero el tablero de la inseguridad demanda anticipar lo que va a ocurrir. Por el bien de todos, ojalá lo anticipen.

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

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