En un mensaje dirigido al seminario del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el papa León XIV expresó su preocupación por la creciente “privatización” de la fe y la tendencia de la Iglesia a enfocarse en preceptos morales en lugar de en el encuentro personal con Cristo. El pontífice destacó que, en el pasado, la Iglesia presentó la vida cristiana principalmente como un conjunto de normas, lo que la hacía “pesada” y “poco atractiva”. En su lugar, enfatizó la importancia de mostrar a los fieles, especialmente a los jóvenes, el “don” del matrimonio y la necesidad de una comunidad para transmitir la fe. También instó a la Iglesia a acercarse a las familias que, por sí solas, no se acercan más, y a evitar caer en el moralismo que puede alejar a las personas en lugar de acercarlas a Dios.
El papa León XIV, nacido Robert Francis Prevost en Chicago en 1955, fue elegido como el 267.º papa de la Iglesia católica el 8 de mayo de 2025. Es el primer papa perteneciente a la Orden de San Agustín y el primer pontífice norteamericano. Antes de su elección papal, desempeñó diversos roles en la Iglesia, incluyendo obispo de Chiclayo, prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Su papado ha sido caracterizado por un enfoque en la sinodalidad, la cercanía pastoral y la unidad de la Iglesia en un mundo dividido.
En su mensaje, León XIV también abordó el fenómeno de la secularización y la búsqueda de espiritualidad en la sociedad actual. Advirtió que muchos buscan respuestas en modelos de vida ilusorios, a menudo promovidos por las redes sociales, que carecen de espacio para la fe auténtica. Por ello, instó a la Iglesia a salir al encuentro de estas personas y a ofrecerles una experiencia genuina del amor de Cristo, evitando caer en estructuras caducas o fanatismos que desvirtúan el mensaje evangélico.
Este llamado del papa León XIV refleja su compromiso con una Iglesia que sea cercana, acogedora y centrada en la experiencia vivencial de la fe, en lugar de en normas abstractas o moralismos que puedan resultar excluyentes. Su mensaje resuena con los desafíos contemporáneos de una sociedad cada vez más secularizada y pluralista, y subraya la necesidad de una Iglesia que sea signo de unidad y esperanza en un mundo necesitado de reconciliación y amor.