Estados Unidos y China acordaron extender el plazo de sus negociaciones para intentar resolver la disputa comercial centrada en la imposición de aranceles. El objetivo es evitar que se intensifiquen las tensiones económicas entre las dos principales potencias mundiales.
De acuerdo con autoridades estadounidenses, la prórroga permitirá a ambas partes profundizar en los puntos pendientes, con miras a alcanzar un consenso que beneficie a sus sectores productivos y a los consumidores. Los aranceles, implementados originalmente como una medida de presión comercial, han encarecido productos clave y afectado el flujo de mercancías a nivel global.
El gobierno chino, por su parte, reiteró su disposición a continuar el diálogo y buscar soluciones que promuevan una relación comercial más equilibrada. Expertos advierten que, aunque la extensión del plazo es un paso positivo, todavía existen diferencias sustanciales que podrían desencadenar nuevas represalias si no se resuelven.
La actual disputa se remonta a 2018, cuando la administración estadounidense inició la llamada “guerra comercial” contra China, imponiendo aranceles sobre cientos de miles de millones de dólares en productos, alegando prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual. Pekín respondió con medidas similares, afectando a industrias como la tecnológica, la automotriz y la agrícola.
A lo largo de los últimos años, ambos países han llevado a cabo rondas de negociación con resultados parciales, pero sin un acuerdo definitivo que ponga fin a las tensiones. La nueva prórroga representa una oportunidad para avanzar, aunque los analistas coinciden en que el camino hacia una solución integral será complejo.
