Eduardo Donaciano, también conocido como ‘Don Lalo’, lleva casi toda su vida dedicada al oficio de afilar cuchillos y otros instrumentos cortantes; desde hace varias décadas es uno de los afiladores más reconocidos de Cuernavaca y, entre él y su bicicleta preservan este oficio popular.
Su jornada empieza desde muy temprano; conoce la capital del estado como la palma de su mano, ya que la ha recorrido silbando con zampoña en mano, pequeño instrumento de viento que genera la clásica melodía que los caracteriza.
Gracias su habilidad con el esmeril, diferentes restaurantes del centro de Cuernavaca pueden realizar sus mejores cortes, pues el filo preciso que les deja a las herramientas y cuchillos es algo que lo caracteriza.
‘Don Lalo’ tiene 70 años de edad y expresó que este oficio es un trabajo humilde, y más que estar en peligro de extinción, es una ocupación que emplea a cerca de 25 afiladores en la Ciudad de la Eterna Primavera.
“Yo pienso que aquí en Cuernavaca los afiladores prevalecemos, seguimos habiendo varios, aproximadamente de los que yo conozco somos como 25 aquí, o tal vez más”.
Yo pienso que aquí en Cuernavaca los afiladores prevalecemos, seguimos habiendo varios, aproximadamente de los que yo conozco somos como 25 aquí, o tal vez más.”
Don Lalo, afilador
A pesar de que se siente muy orgulloso de brindar este servicio, al principio de su trayectoria como afilador la vergüenza estuvo presente; “yo andaba con mi portafolio, todo muy cómodo, entonces, llegué a Morelos y no encontraba ningún trabajo, fue así como me prestaron un aparato de estos (refiriéndose a su bicicleta modificada), y pues hubo un cambio drástico en mi vida. Silbaba calle por calle y al principio me escondía en las esquinas, pensaba que me iban a criticar”, recordó.
Pero esa situación fue pasajera, porque ahora ya tiene a sus clientes e incluso en días enteros ya no tiene que tocar la clásica melodía del afilador.