Ciudad de México.- La detención de Jorge Antonio Sánchez Ortega, ex agente del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), ha sacudido nuevamente el panorama político y judicial de México al revivir la controvertida teoría de un segundo tirador en el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, ocurrido hace 31 años. La Fiscalía General de la República (FGR) capturó a Sánchez Ortega el pasado 8 de noviembre en Tijuana, Baja California, en una operación que, aunque no ha detallado motivos específicos, se vincula directamente con el magnicidio. Esta acción ha generado optimismo en la defensa de Mario Aburto Martínez, el único condenado por el crimen, quien ve una posible vía para demostrar la inocencia de su cliente y exponer una presunta conspiración estatal.

El arresto se produjo alrededor de las 16:37 horas en la colonia Los Reyes, delegación Los Pinos, a unos 13 kilómetros de Lomas Taurinas, el sitio donde Colosio fue asesinado. Sánchez Ortega, de 64 años, fue trasladado al penal de máxima seguridad de El Altiplano, donde un juez federal decretó su detención judicial a las 11:50 horas del 9 de noviembre.

Esta no es la primera vez que enfrenta la justicia: en 1994, fue aprehendido el mismo día del atentado por portar una chamarra con manchas de sangre de Colosio y dar positivo en la prueba de rodizonato de sodio, que detecta residuos de disparos. Sin embargo, fue liberado al día siguiente tras determinarse que el arma homicida pertenecía a Aburto.

Contexto Histórico: El Magnicidio que Cambió México

El asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ocurrió el 23 de marzo de 1994 durante un mitin en Lomas Taurinas, Tijuana. Colosio, visto como un reformador dentro del PRI, recibió dos disparos: uno en la cabeza y otro en el abdomen. Mario Aburto, un mecánico de 23 años, fue capturado en el lugar y condenado a 45 años de prisión por homicidio calificado, aunque su sentencia se redujo posteriormente. Aburto ha mantenido su inocencia, alegando ser víctima de una suplantación de identidad y tortura.

El caso ha sido uno de los más controvertidos en la historia moderna de México, rodeado de teorías conspirativas que involucran al expresidente Carlos Salinas de Gortari, el narcotráfico, rivales políticos como Manuel Camacho Solís y elementos del CISEN. Investigaciones iniciales, lideradas por fiscales especiales como Miguel Montes y Luis Raúl González Pérez, concluyeron que Aburto actuó solo, pero anomalías como discrepancias balísticas y testimonios contradictorios alimentaron dudas.

En 2024, bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la FGR reabrió el expediente, identificando a Sánchez Ortega como parte de un complot y vinculando un encubrimiento al ex secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, actualmente preso en EU por narcotráfico.

La Teoría del Segundo Tirador: Evidencias y Controversias

La hipótesis de un segundo tirador surgió inmediatamente después del atentado, basada en peritajes médicos que sugerían que los disparos provenían de ángulos diferentes, imposibles para un solo agresor. Sánchez Ortega, originario de Sinaloa y con sólo siete meses en el CISEN, fue asignado a vigilar el mitin disfrazado de reportero. Testigos lo vieron huir de la escena, y pruebas químicas confirmaron residuos de pólvora en sus manos. Además, su parecido físico con Aburto ha alimentado teorías de suplantación.

La FGR, en su revisión de 2024, argumentó que Sánchez Ortega fue enviado para encubrir el crimen, y que García Luna intervino para su liberación. Sin embargo, críticos como el periodista Sergio Sarmiento insisten en que no hay evidencia: videos y peritajes confirman que Aburto realizó ambos disparos, y Sánchez Ortega nunca estuvo cerca de Colosio. Héctor de Mauleon, en El Universal, califica la teoría como "inoperante", citando investigaciones exhaustivas que descartaron conspiraciones.

Reacciones: Optimismo en la Defensa y Acusaciones de Distractor

Jesús González Schmal, abogado de Aburto, celebró la detención como un "horizonte amplio" para probar que su cliente no disparó y que Sánchez Ortega dirigió la conspiración. "Ninguno de los dos disparos fue de Mario Aburto", afirmó en entrevistas, exigiendo la libertad inmediata de Aburto, quien ganó un amparo en 2023 pero permanece preso por decisión de la Suprema Corte.

Políticos como Alejandro Moreno, líder del PRI, acusaron al gobierno de Claudia Sheinbaum de usar el caso como "cortina de humo" para distraer de escándalos como el huachicol y ejecuciones recientes. En redes sociales, como X y Facebook, la noticia generó miles de interacciones: usuarios como Jenaro Villamil recordaron cómo jueces frenaron órdenes previas contra Sánchez Ortega, mientras cuentas como Anonymous Hispano lo ven como un "desesperado distractor" de la 4T.

Publicaciones en grupos de Facebook y posts en X destacan el parecido entre Sánchez Ortega y Aburto, reviviendo teorías de encubrimiento. Expertos como Laura Sánchez Ley, autora de libros sobre el caso, destacan anomalías en testimonios, mientras que la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, confirmó la colaboración estatal en la captura. Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo de la víctima, ha pedido cerrar el capítulo para sanar, pero la detención podría prolongar el debate.

Ángulos Múltiples: ¿Justicia Tardía o Maniobra Política?

Desde una perspectiva judicial, la detención podría llevar a una revisión integral del expediente, potencialmente absolviendo a Aburto si se prueba un complot. Sin embargo, analistas cuestionan la solidez de las pruebas nuevas, argumentando que revivir el caso en un contexto de crisis (como ejecuciones en Quintana Roo y Tabasco) sirve para desviar atención.

En el ámbito social, el caso simboliza impunidad y desconfianza en instituciones, con encuestas históricas mostrando que el 70% de los mexicanos cree en una conspiración. Esta detención, a 31 años del magnicidio, no sólo reabre heridas nacionales sino que plantea interrogantes sobre la independencia judicial y la búsqueda de verdad en un México polarizado. Mientras la FGR prepara cargos, el optimismo de la defensa de Aburto contrasta con el escepticismo general, dejando el caso Colosio como un enigma sin resolver.

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