Al ordenar las fotografías del archivo de mi abuelo paterno Valentín López Ayala encontré una imagen que me llamó la atención, en ella aparecen 4 militares, aparentemente porfiristas, vestidos con refinados trajes militares de gala, más o menos en 1910.
El tercero de ellos (de izquierda a derecha) con un gran bigote de morsa (conocido en inglés como walrus moustache), es mi abuelo, cuando fue coronel del Ejército Mexicano.
No lo conocí en vida, pero he visto muchas fotografías de él, ya mayor, en la época en la que fue tesorero del gobierno del estado de Morelos, durante el gobierno del general Rodolfo López de Nava (equivalente ahora al secretario de finanzas).
Mi abuelo fue una persona muy querida en Cuernavaca, siempre dispuesto a ayudar al prójimo.
Fue padrino de muchas personas, pues frecuentemente las familias lo elegían para esos efectos en bautizos, primeras comuniones o para bodas, por lo que muchos lo llamaban afectuosamente “El tío Vale”.
También formó parte de la directiva del equipo Marte (fue el vicepresidente) cuando jugaba en el estadio Centenario de Cuernavaca, logrando obtener en 1953 y 54 los títulos de Campeón de Liga y Campeón de Campeones del Futbol mexicano.
Al morir mi abuelo cientos de cuernavacenses acudieron a su entierro en el panteón de “La Leona” (su tumba es la primera a la derecha).
La fotografía me pareció interesante por lo que me di a la tarea de investigar quienes eran los otros tres personajes.
El primero de ellos es el general de División Joaquín Beltrán Castañares (1858-1946), originario de Zacatecas y quien fue director del Colegio Militar de 1906 a 1912.
En octubre de 1912 dirigió la columna que derrotó y capturó a Félix Díaz en el puerto de Veracruz.
Además, fue gobernador del Estado de México en tres ocasiones consecutivas durante el gobierno de Victoriano Huerta, por lo que se encargó de detener (y reprimir) el avance de las fuerzas zapatistas en ese estado.
El segundo es el general Lauro Villar Ochoa (1849- 1923), quien prestó sus servicios a la patria durante la Segunda Intervención Francesa (1865).
Fue de los militares de alto rango que no fueron traidores a la Patria durante la rebelión que derrocó a Madero.
Villar fue defensor del Palacio Nacional y del gobierno durante la Decena Trágica, que comenzó el 9 de febrero de 1913.
Ese día se encontraba en su domicilio, pues padecía gota, cuando recibió un parte telefónico en el que le informaban que la artillería y la caballería de Tacubaya se dirigían rumbo a Palacio Nacional para apoderarse del inmueble.
A pesar de su mal, Villar salió de inmediato solo para verificar y comprobar la traición de ese grupo de militares.
En seguida Villar acudió a los cuarteles cercanos y reclutó a soldados que no se habían unido a los golpistas, muchos de ellos inexpertos en combate.
Pronto llegaron a la puerta trasera de Palacio Nacional y mediante hachazos lograron derribarla y en poco tiempo recobraron el edificio, liberando al secretario de Guerra, general Ángel García de la Peña, y a Gustavo Madero.
Antes del mediodía aparecieron más alzados, encabezado por Bernardo Reyes, quien venía a caballo.
Del Villar no se amedrentó y ordenó disparar en contra de los traidores.
En la refriega cayó muerto Reyes y Lauro Villar resultó herido en el hombro.
Madero llegó después del medio día, escoltado por los cadetes de Heroico Colegio Militar, felicitó a del Villar por su valiente defensa y le ordenó que de inmediato se curara sus heridas, reemplazándolo por el Gral.
Victoriano Huerta.
Trágica decisión que culminaría con el derrocamiento de Madero.
El cuarto es el general Felipe Ángeles (1868-1919), quien fue un extraordinario artillero mexicano.
Madero lo comisionó en Morelos para pacificar la región, por lo que evitó que sus tropas cometieran excesos contra la población y utilizó métodos conciliadores, gracias a esto se ganó el respeto de los revolucionarios y especialmente de su líder, el general Emiliano Zapata.
El día que comentábamos anteriormente, el 9 de febrero de 1913, el presidente Madero salió por la tarde hacia Cuernavaca, en busca del general Ángeles.
Llegó por la noche y se hospedó en el hotel Bella Vista.
Al día siguiente Madero regresó con Felipe Ángeles y sus tropas a la ciudad de México.
A los ´pocos días serían capturados por Victoriano Huerta.
Ángeles salvó su vida y huyó a Estados Unidos y poco después se unió a los carrancistas para derrocar a Huerta.
En 1914 se incorporó a las fuerzas de Francisco Villa en donde pudo demostrar su gran talento y estratega militar.
El pasado 26 de noviembre se conmemoró el centenario del fusilamiento del general Felipe Ángeles, quien fue sentenciado a la pena capital por un Consejo de Guerra, en el Teatro de los Héroes en Chihuahua, debido a que los carrancistas lo juzgaron por el delito de rebelión.
Este año que termina, por decisión presidencial la Base Aérea Militar de Santa Lucía se transformará en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, como un digno homenaje a este gran militar.
Militares del Ejército Mexicano ca.
1910, (de izquierda a derecha), 1° Gral.
Joaquín Beltrán Castañares, 2° Gral.
Lauro del Villar, 2 Cnel.
Valentín López y 4° Gral.
Felipe Ángeles.
Fotografía.
Archivo Valentín López González.
¡Que interesante resultó la fotografía de mi abuelo!
Por: Valentín López G. Aranda / valentinlopezga@gmail.com
