Nací en El Calvario, en el Sanatorio Lourdes de avenida Morelos 135, pero mis padres vivían en el barrio de Santo Cristo, así que crecí y aún sigo viviendo en este barrio. Éste, era un lugar lleno de hermosas huertas, por lo tanto, estaba muy arbolado con zapotes, ciruelos, guayabos, cajinicuiles, mangos, nanches, nísperos y otras especies. Con el tiempo estas huertas se fueron convirtiendo en casas con hermosos jardines, pero también en vecindades y otras viviendas de diferentes clases sociales.

El eje de este barrio es la actual calle “general Francisco Leyva Arciniegas”, quien fue el primer gobernador del estado de Morelos. La calle comienza en el lado este del Palacio de Cortés, por la parte trasera. A través del tiempo esta calle ha tenido diferentes nombres, por ejemplo: en el plano levantado por el ingeniero Rafael Barbieri, e impreso por el litógrafo M. Álvarez en 1866 (de la mapoteca Orozco y Berra), se puede observar que el tramo de la parte posterior del palacio era un estrecho callejón que se llamó “del Castañal”, mismo que fue ampliado posteriormente y que terminaba en la actual calle de “Fray Bartolomé de las Casas”, que en esa época se llamaba “de la carnicería”, debido a que ahí se encontraban las personas que realizaban ese oficio. La calle de Leyva, de la esquina que va de “Las Casas” a la actual calle de Mariano Abasolo se llamó “Calle de Curtidores”, igualmente porque ahí estaban estos artesanos que trabajaban las pieles de los animales.

De Abasolo a Cuauhtemotzín, la calle de Leyva se llamó “Del Santo Cristo”, ya que en esa esquina existió una capilla del mismo nombre y que también le daba nombre al barrio. Este adoratorio era muy pequeño, media unos 6 x 6 metros y fue construida a mediados del siglo XIX, pero durante la Guerra Cristera (19261929) el gobierno lo retiró definitivamente del servicio del culto público, mediante decreto publicado en la Sección Tercera del Periódico Oficial “Morelos Nuevo” del 17 de diciembre de 1933, por lo que pasó a formar parte de los Bienes Inmuebles de la Federación. El gobierno de Calles quería convertir en escuelas los lugares que habían sido iglesias. Sin embargo, este lugar nunca funcionó como tal, así que el inmueble se deterioró, quedando en ruinas, por tal motivo en 1940 un grupo de católicos le solicitó al gobierno la devolución de la capilla a fin de reconstruirla, pero tampoco se hizo. Cuatro años después pasó a manos privadas y los dueños construyeron un local comercial. Ahí estuvo por muchos años una panadería que se llamó “La Alejandrina”. Posteriormente estuvo una pequeña tienda de abarrotes y actualmente está abandonada. Como testimonio de que ahí estuvo la capilla quedó una base con una cruz atrial de piedra, que en los años setentas se pasó del otro lado de la calle y que actualmente está a un costado de la carnicería “La Unión”.

Cabe señalar que la calle de Cuauhtemotzín se llamó “Ahuehuetitla” (El lugar entre los Ahuehuetes) y también se conoció como “de San Pablo”, ya que llegaba hasta este templo que se encuentra en la calle de Humboldt.

De Cuauhtemotzín hacia el sur, Leyva se llamó calle “de las Colmenas”. A mitad de la cuadra, antes de llegar a Francisco González Bocanegra existió otra cruz de barrio que en la parte baja tiene una calavera con dos huesos cruzados, que hace referencia al lugar de la crucifixión de Jesús. Esta cruz se encuentra en la entrada de lo que fue una vecindad.

La calle Francisco Leyva después de 1870 se conoció como “Calle de los Ocampo” y en 1884, cuando se cambió nuevamente la nomenclatura de la ciudad es cuando obtiene su nombre actual. Recuerdo este barrio aún con tramos sin pavimentar, como era el de la calle de Bocanegra a Himno Nacional, o de Bocanegra a Humboldt, en donde había una pequeña fábrica de pinturas al óleo para artistas. Esta era propiedad del papá de un joven que se hacía llamar “Payasito “Gustavín” y que andaba por las calles y en fiestas de niños, tratando de divertirlos.

En esa esquina de Bocanegra y Leyva estuvo la cantina “El Tapatío” y un poco más al norte estuvo el “Uno-Dos-Tres”, que era una hermosa casa con alberca, en donde se servían tragos y comida, y que frecuentemente tenía música en vivo para bailar. En esta calle existieron muchas residencias que fueron habitadas por gringos, una de estas estuvo al lado de mi casa y fue una de las más bonitas que he visto en Cuernavaca. Después fue habitada por un exgobernador de Querétaro y posteriormente tuvo otros dueños, quienes la convirtieron en el Salón de Eventos Magnolia y finalmente lo convirtieron en un condominio.

Muchas de las casas de este barrio tenían una pequeña barda y arriba estaban alambradas. Para dar privacidad se colocaban diferentes tipos de plantas trepadoras, como buganvilias, la hiedra conocida como moneda, bignonias de invierno, también llamada trompetero naranja o liana de llama y manto de virgen o morning glory, que hacían embellecer aún más la calle. Pero entre las ramas se podía ver un poco el interior de las casas.

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