En Morelos se perpetraron diversas matanzas de civiles pacíficos y de militares en el transcurso de la guerra entre revolucionarios zapatistas y soldados federales, siendo siete las más sonadas, que se mencionan someramente en los siguientes párrafos. Los datos, detalles, fechas, cifras, lugares y protagonistas de dichas matanzas se tomaron de testimonios orales y de referencias bibliográficas.

La matanza de mayor mortandad fue la del jueves 13 de agosto de 1914, en la que en unas horas de la mañana a la tarde, las tropas zapatistas mataron cuatro mil personas, la minoría militares huertistas, la mayoría hombres y mujeres civiles vecinos de Cuernavaca (niños, adultos y ancianos); esta matanza se hizo en el camino del poblado de Chipitlán (a partir de la colonia El Polvorín) a la hacienda de Temixco, pasando por el puente del Río del Pollo. Rosa King menciona que los zapatistas atacaron una columna de ocho mil personas, que huían después de salir de un asedio a la capital morelense que duró más de 70 días. Manuel Mazari menciona que murieron centenares de civiles. Los autores de esta matanza fueron los jefes Emiliano Zapata, Genovevo de la O y Amador Salazar, quienes comandaban un ejército de caballería de varios miles de jinetes. Agustín Güemes Celis menciona que al día siguiente de la matanza, decenas de voluntarios que lograron quedarse en la ciudad y que se salvaron de morir, acudieron a incinerar montones de cadáveres para evitar una peste. El acoso a la columna humana perseguida por los zapatistas, continuó por varios días hacía el sur poniente del estado de Morelos. A partir de este fatídico día, el tramo del Polvorín al puente del Pollo, se le conoce con el nombre de “Bajada de la Muerte”.

La segunda matanza la hicieron los zapatistas el 20 de mayo de 1912, al atacar el ferrocarril de pasajeros en el tramo de la vía férrea conocido como La Cima, ubicado en los límites del estado de Morelos y el Distrito Federal. Los autores de esta matanza fueron los jefes zapatistas Genovevo de la O y Francisco Pacheco, quienes haciendo uso de cartuchos de dinamita volaron el tren de pasajeros que viajaba de la ciudad de México a Cuernavaca y que iba custodiado por una escolta de soldados maderistas; en seguida los zapatistas acribillaron al resto de la escolta militar que no murió en la explosión. En esta matanza, entre fierros retorcidos, murieron pasajeros civiles (niños, adultos y ancianos), que nada tenía que ver con la guerra. En esta matanza murieron 100 personas, la mitad soldados maderistas y la otra mitad civiles. Este fatal atentado

fue noticia de primera plana en todos los periódicos del país, en cuyas páginas aparecieron fotos de los trenes destrozados por las explosiones.

La tercera y cuarta matanza mencionadas por Porfirio Palacios, se perpetraron en Tlaltizapán, sede del gobierno zapatista desde diciembre de 1914 y base del cuartel general del Ejército Libertador del Sur (cita): “Las espantosas carnicerías humanas, ejecutadas también por tropas carrancistas en 1916. En la primera del mes de junio hubo 286 muertos: 132 hombres, 112 mujeres y 42 niños de ambos sexos, todos pacíficos, dice el acta del libro de registro de inhumaciones. En la segunda del 13 de agosto fueron asesinados 180 personas pacíficas”, (termina la cita). Los autores de estas dos matanzas fueron los jefes carrancistas Jesús Guajardo y Pilar Sánchez, quienes por atrapar al general Emiliano Zapata y al no lograrlo, se desquitaron con la población civil. Emiliano Zapata en 1916 era el enemigo número uno del gobierno federal, por tal motivo había orden de atraparlo vivo o muerto, situación que ponía en peligro a cualquier población donde se presentara Zapata, quien logró fugarse de Tlaltizapán y salvarse de ser atrapado.

La quinta matanza la perpetraron los zapatistas contra una tropa de caballería huertista, que acababa de atravesar la selva del Texcal por el camino de Las Tetillas y fue atacada en los Ojos de Agua de Tejalpa el 1 de diciembre de 1913. Juventino Pineda Enríquez menciona esta matanza (cita): “En los manantiales de Tejalpa, los zapatistas al mando del general Amador Salazar emboscaron a la tropa federal del capitán Escobedo, resultando muertos todos los soldados huertistas”, (termina la cita). La anciana Cipriana Juárez recordaba que a causa de esta masacre, el apantle que salía de los Ojos de Agua se enrojeció con la sangre de los muertos y los zopilotes se encargaron de comerse los cadáveres.

La sexta matanza se perpetró el 12 de agosto de 1912 en la estación de Ticumán, donde los zapatistas atacaron un ferrocarril de pasajeros custodiado por una escolta de soldados maderistas. Sergio Valverde menciona esta matanza (cita): “Los generales Amador Salazar y Simón Beltrán, atacaron el tren de pasajeros en Ticumán en el kilómetro 158, acabando con la fuerza militar que lo escoltaba, y con el teniente Andrés Reynoso y 35 soldados federales. Murieron en esta acción los periodistas Humberto Strauss e Ignacio Herrerías”, (termina la cita). Los periodistas suplicaron a los citados generales les perdonaran la vida, mostrándoles sus identificaciones; explicaron que ellos estaban en Morelos como corresponsales que venían a cubrir el nombramiento de Jefe de Operaciones Militares del general Felipe Ángeles. Sin embargo y a pesar de las súplicas, los periodistas fueron fusilados.

La séptima matanza se perpetró en Jiutepec por carrancistas enviados por Pablo González, Jefe de Operaciones Militares del Gobierno Federal. Vicente Aguilar menciona que el día 3 de mayo de 1916 fueron capturados 250 civiles originarios del Estado de México y de la ciudad de México, quienes por no haber regresado a tiempo a sus lugares de origen y por no lograr esconderse en la selva del Texcal, fueron fusilados por considerarlos cómplices de los zapatistas.

Por: Juan José Landa Ávila  / jjlanda.cronica@gmail.com

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