La semana pasada les platiqué que en nuestra ciudad existían dos tipos de fuentes: Las de abastecimiento y las decorativas. Las primeras eran necesarias ya que no existía el agua entubada en la ciudad, la gente tenía que surtirse de agua de los apantles y de las fuentes que existían, e incluso había gente que se dedicaba a llevar el agua a las casas, que eran los aguadores. En esta entrega les hablaré de las segundas, las fuentes decorativas que existieron y las que aún se conservan en Cuernavaca, las cuales tienen como función principal la de embellecer nuestros espacios públicos. La más recordada es la famosa fuente del león que existió en el Jardín Morelos (hoy llamada Emiliano Zapata). Esta fuente fue diseñada por el capitán de ingenieros Arturo Pérez Lemus, en 1908 cuando se creó este espacio verde para la ciudad, a fin de substituir el mercado Colón. La fuente tenía una cabeza de león hermosamente labrada, de cuya boca brotaba el agua, de ahí el nombre de la fuente. El agua caía primero en un plato en forma de semicírculo de 1.60 cm metros (aproximadamente), para posteriormente caer en un estanque de unos 7 metros de ancho por 2.4 metros, por 50 cm de profundidad. Este estanque tenía forma de media luna, pero irregular y muchos recordamos cuando nos asomábamos para ver los peces dorados (blancos, amarillos y naranjas) que vivían ahí. Atrás de la fuente había una jardinera con magueyes y una frondosa mata de piña nona. En esa jardinera, el 13 octubre de 1955, fue colocada la escultura del último tlatoani de MéxicoTenochtitlan, Cuauhtémoc, obra realizada por el artista Everardo Hernández. Cabe señalar que, como complemento de la fuente principal del león, se colocaron en este jardín dos fuentecillas, una en el noroeste
y otra en el sureste. También tenían un grifo en forma de león, el agua caía en un plato en forma de semicírculo de 1.60 metros de diámetro (aproximadamente) y se encontraba elevado a 80 cm del suelo. Abajo tenían una base con decorados de cantera que estaba sobre un plato que servía para retener el agua que caía de las fuentes. Igualmente, el agua salía de la boca de un león que se encontraba en la parte baja de un obelisco de cuatro caras, terminado en punta piramidal. En el Jardín Juárez también existieron dos pequeñas fuentes, una del lado este y otra del oeste. Fueron colocadas en 1888 por el gobernador Jesús H. Preciado, se rediseñó todo el jardín, que como dice la Memoria Administrativa del gobernador (1890-1891) en el capítulo “Mejoras Materiales” “...reposición completa del pavimento del jardín que existe en la Plaza Benito Juárez, colocación en el mismo de un elegante kiosco comprado en Inglaterra, diez y seis bancas de hierro, y veinticuatro columnas de los mismo, con que se sustituyeron las de madera que sostenían los faroles del alumbrado y construcción en el mismo de dos fuentes…” Otras fuentes decorativas fueron las tres colocadas en el puente Porfirio Díaz. Este puente fue inaugurado el 15 de septiembre de 1900 por el gobernador Manuel Alarcón, a fin de que pasara por ahí el tren de mulitas, que comunicaba a la ciudad con la estación de ferrocarril. Al poco tiempo se colocaron dos fuentes sobre la avenida, que tienen surtidores de dos platos cada una. Originalmente sus estanques estaban al ras de piso, como si fueran espejos de agua, pero posteriormente se les construyó estanque más elevados. La tercera fuente fue colocada dentro del jardín adyacente, esta tiene tres platos, decorado con garzas. Estos surtidores fueron fabricados en una fundición de
Nueva York (J.W. Fiske 41 Park Place N.Y.). El Jardín Pacheco también tuvo pequeñas fuentes, primero eran en forma de “carrete”. Estas se eliminaron el las reformas de los años cincuenta, para hacer cuatro fuentes distribuidas al noreste, sueste, noroeste y suroeste. Estas estaban forradas de mosaico y tenían diversas formas para decorar el hermoso jardín frente al Palacio de Gobierno, que era el Palacio de Cortés. Con los años el jardín se remodeló, en los años setenta, al morir el laurel de la india que estaba en ese lugar, se construyó una gran fuente que tenía iluminación de colores y un surtidor central. Esta fuente fue eliminada en los años ochenta. La plaza de armas, en una remodelación también tuvo varias fuentes e incluso una fuente central. Existieron otras fuentes como la de la glorieta del Boulevard Juárez en la intersección con la calle de Motolinía. En 1964 mi padre Valentín López construyó varias fuentes, como la que se encuentra en el calvario, réplica de la del convento de Ocuituco, con cinco surtidores en forma de león sentado. Cuando removió la escultura de Cuauhtémoc para pasarla a la estación, se mandó construir una sencilla fuente rectangular. En la luna se construyeron dos fuentes también rectangulares que decoraban la glorieta. Tenemos que recordar las mal logradas fuentes construidas en la avenida Morelos por Manuel Martínez Garrigós, que han quedado como unos monumentos al dispendio. Pero esperemos tener siempre en nuestra ciudad fuentes que adornen nuestra ciudad y que tengan buen mantenimiento.
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