Nuestra querida ciudad de Cuernavaca con el tiempo ha ido perdiendo sus monumentos históricos (construidos después del arribo de los españoles), particularmente su patrimonio arquitectónico, edificado entre los siglos XVI y XIX, cuyo número ha ido disminuyendo de forma alarmante en el centro de la ciudad, quedando solamente 138 de muchos que había. Este tipo de patrimonio es importante porque representa un testimonio de la vida, la cultura, las costumbres y la historia de nuestra comunidad durante esos siglos, además simboliza el legado que nos dejaron nuestros antepasados y nos proporciona una identidad colectiva.
En este espacio (y en otros) ya he hablado de la pérdida de algunos templos de Cuernavaca, como: La ermita de San Pedro, la ermita de Santa Catarina, la iglesia de San Miguel y la capilla del Santo Cristo. Pero ahora hablaré de otros inmuebles que en su momento fueron importantes para nuestra ciudad.
La primera edificación que comentaré son las llamadas “Casas de Cortés”, construidas en el siglo XVI, las cuales se encontraban en donde actualmente está el Palacio de Gobierno del Estado, pero del lado norte, en la esquina que hace la calle de Gutenberg con Galeana, en donde sobresalía un hermoso balcón con barandal de hierro, desde el cual se podía admirar el Jardín Juárez. Esta edificación estaba contigua al Hotel Morelos y en 1953 fueron demolidas estas casas, junto con el citado hotel para dar paso a la nueva sede del gobierno.
Otra pérdida importante fueron los portales que rodeaban el antiguo tianguis de Cuernavaca, en donde se construyó en 1872 el Mercado Colón y que actualmente es la Plaza Emiliano Zapata. El primero de estos se ubicaba en el lado oeste, en donde se ubica el Palacio de Gobierno y se llamaba “Portal Eguía”. En algunas fotografías antiguas se pueden apreciar algunos negocios como la cerería de Don Fermín Güemes, y en la década de 1940 funcionó la agencia de automóviles “Cuernavaca Motors”. Asimismo, este portal fue muy importante para los aficionados al deporte de la lucha libre, debido a que por este lugar se entraba a la famosa Arena que llevaba por nombre “Fray Nano”, que era el seudónimo de aquel famoso periodista y cronista deportivo de la primera mitad del siglo XX, fundador de la Liga Mexicana de Béisbol, cuyo verdadero nombre era Alejandro Aguilar Reyes. Esta arena fue abierta en marzo de 1944 y en 1953 fue sustituida por la Arena Isabel. Las dos arenas pertenecieron a la misma familia, integrada por Don Miguel González Moreno y Doña Isabel Pérez González.
El otro portal se encontraba en el lado norte y se llamaba “Aurora”, en el lugar en el que estuvo por muchos años el Hotel Marik (construido en 1932) y demolido en la década de 1960, para dar paso a un moderno edificio llamado “Centro Habitacional, Corporativo, Comercial y Cultural LAS PLAZAS”, construido por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares Alcérreca. Por cierto, en el costado oeste de este portal, en donde actualmente se encuentra una famosa cadena de hamburguesas estaba en un segundo piso un hermoso balcón, que tenía una barandilla con un extraordinario trabajo de herrería y cuyo friso y pilares estaban bellamente decorados. Desgraciadamente este balcón también desapareció.
En el lado este del Mercado Colón estuvo el portal “Primavera” , que contaba con uno 10 arcos y un amplio pasillo de entre 5 y 6 metros de ancho que también desapareció.
En la esquina de las calles de Arteaga con Matamoros estuvo el edificio del Banco de Morelos, S.A., fundado en 1903. En 1907 estrenó este edificio que contaba con elegantes interiores con mármol. Este era un banco de emisión, es decir, que emitía su propio papel moneda. El banco contaba con una casa anexa, en donde vivía su gerente general, el Sr. Juan Nepomuceno Carreón (1861 – 1928) con su familia. Nepomuceno fue nombrado gobernador provisional de Morelos el 2 de junio de 1911, ante el desorden que había en el estado por el levantamiento armado zapatista que ayudó a derrocar al presidente Porfirio Díaz. Nueve días después Nepomuceno hospedó en esa casa a Francisco I. Madero y a su esposa Sara, que habían sido invitados por Emiliano Zapata a venir a Cuernavaca para que se enterara de las injusticias que vivían los campesinos de Morelos. Madero había venía como jefe de la revolución triunfante. Al día siguiente (12 de junio), desde un balcón de esa casa Madero, acompañado de su esposa, pasó revista a 4,000 revolucionarios que integraban las tropas zapatistas y que desfilaron frente a ese balcón. Debido a la crisis económica de esos años el Banco de Morelos quebró en 1914 y al terminar la revolución el edificio pasó a manos del Banco Nacional de México. Con el tiempo tuvo varias remodelaciones, hasta que fue demolido a principios de la década de 1960.
En próximas entregas seguiré hablando de otros inmuebles que han desaparecido, o han sido transformados, como el Hotel “La Bella Vista”.