Hace unos días tuve la fortuna de que me regalaran el magnífico libro “Las Memorias del Jardinero de Maximiliano”, publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El autor de este libro es nada menos que del botánico Wilhelm Knechtel, de origen austro-húngaro, quien acompañó a Maximiliano y Carlota en su aventura por consolidar el Segundo Imperio Mexicano, siendo éste una compilación de sus apuntes manuscritos, impresiones y experiencias personales por nuestro país entre 1864 y 1867. Este libro está bellamente ilustrado con preciosos grabados de botánica y fotografías de la época, contiene además un interesante capítulo sobre su estancia y la de los emperadores en Cuernavaca, y nos dice: “El día del año nuevo de 1866, a las siete de la mañana, la diligencia entró al patio de palacio de México…”, para recoger al grupo de viajeros que acompañaron al emperador en su travesía hacia Cuernavaca. Wilhelm narra que llegaron en la tarde a esta población y dice: “En el fondo del valle está la ciudad pequeña y acogedora de Cuernavaca, de la que casi no se ven las casas, ya que están muy escondidas entre los frutales tropicales. Sólo las almenas del castillo de Miravalle, la antigua residencia del conquistador Hernán Cortés, se elevan orgullosamente en la colina izquierda de la ciudad, en tanto que del lado derecho está coronada por una iglesia”. Por la noche, se hospedaron en la “Casa de las Diligencias”, que se ubicaba en donde está actualmente está el edificio Bella Vista. El jardinero de Maximiliano señala que: “La intención original del emperador era adquirir el antiguo palacio de Hernán Cortés, el conquistador de México…”, pero que “…era una ruina abandonada…” así que, alquilaron el Jardín Borda para que sirviera como residencia durante sus estancias temporales y compraron en Acapantzingo “…la propiedad de diez familias indígenas…”, en donde comenzaron a construir “...una casa de estilo sencillo, con cuatro cuartos, que estaría rodeada por árboles por todas partes…”. Wilhelm se encargaría de los trabajos de jardinería, alterando la naturaleza del lugar con la construcción de algunas sendas sin lujo y sitios de reposo. El libro incluye interesantes planos de la casa y bocetos de cómo quedaría la decoración al interior de la misma, creados por Julius Hofmann. Los emperadores no pudieron disfrutar de esta casa, pues Carlota partió a Europa inesperadamente el viernes 13 de julio de 1866, y el emperador regresó solamente en una ocasión a Cuernavaca, a fines de agosto de 1866, pues el imperio se derrumbaba.

Por VALENTÍN LÓPEZ G. ARANDA / valentinlopezga@gmail.com

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