Seguramente en el futuro habrá cosas buenas para nuestra ciudad, quizás algún día tendremos una Central de Autobuses a las afueras de Cuernavaca, y por lo tanto ya no habrá autobuses circulando por las calles del centro. Quizás se harán trabajos para mejorar las fachadas de casas y negocios a fin de mejorar la imagen urbana y habrá más parques y jardines, centros deportivos, las barrancas se podrán sanear y se harán caminos para poderlas recorrer y admirar su vegetación. Pero creo que con todo eso nunca se podrá superar al Cuernavaca de las décadas de los cincuenta y sesenta, y ahora explicaré el porqué:

Antes de 1930 no existía en Cuernavaca tanta vegetación, esta se incrementó a partir de 1930 gracias al entubamiento del agua. A partir de ahí se empezaron a construir nuevos hoteles, como el Casino de la Selva y el Chula Vista, entre otros. Asimismo, se construyó el Club de Golf Cuernavaca. Se mejoraron y construyeron nuevas carreteras que acortaron el tiempo de traslado de la Ciudad de México a Cuernavaca, muchas personas comenzaron a edificar casas de fin de semana, se desarrollaron nuevos fraccionamientos y surgieron nuevas colonias. Por lo anterior, aparecieron los grandes jardines con albercas y la vegetación aumentó. El gobierno realizó programas de reforestación, sembrando gran cantidad de árboles de eucalipto, alcornoque y laureles de la india (especies no originarias), que para la época que comento ya eran grandes árboles adultos. En ese tiempo, en Cuernavaca aun existían muchas huertas con árboles frutales y disfrutábamos mucho los productos de estas, como guayabas y zapotes.

Conocí en esa época hermosas residencias con grandes jardines y muchos norteamericanos vivían tranquilamente en la ciudad, a veces por temporadas, por lo que los vigilantes de esas casas eran los que las disfrutaban, mientras se ausentaban sus patrones. Muchas casas contaban con hermosas fachadas que embellecían la ciudad. No existían los horribles graffitis que afean la ciudad y dan una apariencia de suciedad. Cuernavaca era realmente muy bonita.

El transporte público no lo utilizábamos mucho, pues la ciudad no era tan grande, había muy poco tráfico y casi todas las calles tenían doble sentido. Precisamente por el poco tráfico los niños podíamos jugar tranquilamente en la calle. Por supuesto que no todas las arterias estaban pavimentadas, pues era un lugar aun en crecimiento. Todavía se podían ver muchos campos de cultivo y se veía a gente trasladándose o llevando su carga a caballo o con burros.

Cuernavaca era más limpia, pues no se utilizaban tantos empaques o bolsas de plástico, por ejemplo, la leche era llevada a las casas en burros o caballos que cargaban bidones cilíndricos de aluminio con tapa o lecheras. La gente salía a comprar la leche llevando sus jarras de vidrio o de peltre para que el lechero les sirviera su producto. Este utilizaba un recipiente más chico, también de aluminio con que le servía y media los litros. Así que no existían los envases de Tetra Pak. Todo era más natural y casi no se consumían productos congelados. Las amas de casa tenían que acudir al mercado del Reloj o mercado Juárez, en la calle de Guerrero, para comprar sus alimentos y otros enseres. Fue hasta octubre de 1964, cuando tuvieron que ir más lejos, pues se construyó el nuevo mercado Adolfo López Mateos, que decían que estaba a las afueras de la ciudad.

Por supuesto que también había pequeñas tienditas en donde los niños podíamos ir a comprar golosinas o algún producto que era necesario en el hogar. Generalmente era propiedad de alguna familia del barrio a la que conocimos muy bien. Cuernavaca, como muchas ciudades en México siempre ha tenido el problema de los comerciantes ambulantes, pero este problema era inmensamente menor al que tenemos en la actualidad, ya que ahora nos tenemos que bajar de la banqueta para poder caminar.

La basura pasaba puntualmente y la gente estaba acostumbrada a barrer el frente de su casa todas las mañanas, por lo que la ciudad se veía limpia.

Muchas familias teníamos la costumbre de ir al cine los domingos, en donde había la permanencia voluntaria, es decir que te podías quedar a ver varias funciones, y pasaban noticieros, caricaturas y las películas programadas. Por mucho tiempo tuvimos tres cines: el Morelos, el Ocampo y el Alameda. Posteriormente surgió en cine Olimpia en la calle de Motolinía y el Cuernavaca Cinema en Ávila Camacho.

Los desfiles del 20 de noviembre, 16 de septiembre junto con el grito de Independencia y los carnavales, eran momentos de encuentro de todas las familias. Igualmente eran muy esperados los bailes de coronación de la reina de las fiestas patrias o del carnaval.

En 1960 Cuernavaca tenía solamente 102,694 habitantes, hoy somos casi 4 veces más (370,000). La ciudad ha cambiado mucho, dejó de ser esa ciudad provinciana, tranquila, limpia y con tanta vegetación, por lo que nunca volverá a ser tan hermosa.

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

En la ciudad se respiraba tranquilidad y había seguridad, casi todo el mundo se conocía o al menos ubicábamos en donde trabajaban. Los niños y jóvenes nos teníamos que portar bien, porque nos podían acusar con nuestros padres. Podíamos caminar por cualquier parte a cualquier hora, inclusive en la noche y no había problema. Muchos nos íbamos caminando a la escuela o a la casa de los amigos sin peligro.

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