Cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial del Pan, una fecha dedicada a rendir homenaje a uno de los alimentos más antiguos y esenciales del mundo. Desde las civilizaciones egipcias hasta las panaderías modernas, el pan ha sido símbolo de sustento, unión y cultura, y hoy enfrenta nuevos desafíos en un mundo cambiante.

 

 

El origen de una tradición milenaria

 

El pan acompaña a la humanidad desde hace más de 12 mil años, cuando los primeros granos comenzaron a molerse y mezclarse con agua para crear rudimentarias masas cocidas.

El Día Mundial del Pan fue instituido por la Federación Internacional de Panaderos y Pasteleros (UIB), con el propósito de reconocer la importancia nutricional y cultural de este alimento y promover su consumo responsable y sostenible.

 

Cada año, panaderos, escuelas y asociaciones gastronómicas de todo el mundo organizan degustaciones, exposiciones y campañas para recordar el valor de este producto cotidiano que, pese a su sencillez, representa uno de los mayores logros culinarios de la historia humana.

 

 

Un símbolo cultural en cada país

 

En México, el pan tiene una identidad propia. Desde las conchas, donas y bolillos, hasta las tradicionales tortas y panes de muerto, cada región aporta una receta y un significado.

Durante esta celebración, panaderías y comunidades promueven talleres y ferias gastronómicas donde el público puede conocer las técnicas artesanales de amasado y fermentación que siguen vivas gracias a generaciones de panaderos.

 

Pero el Día Mundial del Pan no se limita a la gastronomía. También busca rescatar el valor del trabajo artesanal, del pan hecho con manos, tiempo y tradición frente a la producción industrial.

 

 

El pan en la economía global

 

El pan no solo alimenta cuerpos: también mueve millones.

Según datos recientes del sector alimentario, las exportaciones de pan y productos de panadería crecen cada año, impulsadas por la demanda internacional de alimentos de larga duración y bajo costo.

Sin embargo, la industria enfrenta varios desafíos:

 

El encarecimiento del trigo y la harina por conflictos internacionales.

 

Las nuevas tendencias alimentarias, como dietas bajas en carbohidratos o sin gluten.

 

La necesidad de producir de forma más sostenible, reduciendo el desperdicio y utilizando energías limpias en los procesos de horneado.

 

 

Los panaderos modernos buscan adaptarse, incorporando granos alternativos como la avena, la espelta o el amaranto, así como técnicas de fermentación natural que mejoran el sabor y la conservación.

 

 

¿Qué pan es mejor para la salud?

 

Expertos en nutrición recomiendan optar por panes integrales o de masa madre, ricos en fibra y con una fermentación más lenta, lo que mejora la digestión y el control del azúcar en sangre.

El pan blanco refinado, aunque más popular, ha perdido parte de sus nutrientes naturales durante el proceso industrial. Por eso, cada vez más consumidores buscan panes con harinas menos procesadas y sin aditivos químicos.

 

 

 

 

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