Como se puede apreciar, de hecho antes de doña Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, no se tiene sustento real de mujeres que hayan participado en el poder o haber ejercido acciones de relevancia por su presencia o las reivindicaciones sociales, libertarias o femeninas, por lo cual en los actuales tiempos vemos casi en grado de desesperación no sólo el ánimo de empoderamiento femenino sino bajo el triste estigma del “aiga sido como aiga sido”, la llegada de quién sabe cuántas féminas al poder, muchas de las cuales amén de la presencia pública inexistente en sus antecedentes en los ámbitos del gobierno, la política y el sector público resultan ser muchas de ellas sólo relleno improvisado para atender y tratar de cumplir delicadas responsabilidades que reclaman conocimiento, experiencia y sapiencia para el desempeño de sus funciones en beneficio de la comunidad, la sociedad, el pueblo o como usted quiera llamar a la gran masa subjetiva que conformamos la población mexicana… Con esta serie de antecedentes, llegamos al tradicional Grito de la Independencia el pasado 15 de septiembre en el Palacio Nacional, frente a la atiborrada plancha conocida como el Zócalo, donde según los presumidos del gobierno aseguran que hubo más de 280 mil personas, de las cuales podemos asegurar que la inmensa mayoría llegaron ‘para celebrar su fiesta libertaria’, sin ningún ánimo político o politiquero acompañados por los suyos… Desde luego, no faltaron en esa masa humana los acarreados de distintas latitudes “dfeñas”, sus alrededores y estados lejanos movilizados por los tradicionales gobiernistas, que desde los tiempos priistas tienen como oficio este encargo que lleva como fondo en esencia ser los porreros que gritan loas de todo tipo al tlatoani en turno, como lo fueron priistas, panistas, el morenista y ahora la primera mujer en la historia mandataria de este país, Claudia Sheinbaum Pardo… En los espacios del Palacio Nacional prácticamente sola, acompañada por su dubitativo esposo, Jesús María Tarriba, transitó el suntuoso, largo y amplio pasillo que da a los ventanales de ese Palacio, cerrados en esta ocasión donde antes cientos de invitados de los partidos en su tiempo de poder con todas sus galas y joyas acompañaban ellas y ellos al presidente en turno… Claudia sólo hizo una parada frente al cuadro que guarda la imagen de la significada heroína Leona Vicario, para continuar su andar hasta el lugar donde la esperaba la Escolta de Cadetes -que no cadetas-, del Heroico Colegio Militar con vestuario de cadetes… Los protocolos se cumplieron; Claudia recibió la Bandera y salió al palco central con su marido para pronunciar 20 arengas entre las cuales olvidó a algunos próceres de la Independencia, cambió el apellido histórico de doña Josefa por el de su Acta de Nacimiento tras quitarle “de Domínguez” y refirió a dos mujeres de Pátzcuaro Michoacán: Gertrudis Bocanegra, la espía y mensajera de aquellos espacios en tiempos de la Independencia y la poco conocida “Capitana” Manuela Molina... Metió agregados como es la mala costumbre de los presidentes según sus ocurrencias y gustos que en este caso lo fueron, los vítores a las mujeres indígenas, olvidándose de los hombres y a las heroínas anónimas, haciendo a un lado también a los miles de héroes anónimos… Su misandria histórica quedó más que de manifiesto, no así cuando también vitoreó a ellas y ellos los migrantes… Vino el toque de la Campana de Dolores con su firmeza en el bordón, que tuvo eco y replica inmediatos en el hermoso repique de campanas de Catedral, que hicieron recordar el color de su vestido morado obispal que lució en esta ceremonia… Poco trascendió y que se sepa, quién sabe si hubo, con quienes y cuántos la tradicional recepción del 15 de septiembre del Palacio Nacional con los invitados especiales, en este caso de la Presidente de la República… Afuera, luego de los 20 minutos con los juegos pirotécnicos que fueron espectaculares, el pueblo se quedó con la música y canciones tradicionales muy a la mexicana y entre ellas se canto “Piel canela”, todo parece indicar que es la preferida de la mandataria… Ese Pueblo Bueno, Noble, Justo y Tradicionalista se quedó a celebrar sus Fiestas Patrias en la plancha del Zócalo con todos los conjuntos musicales que ahí le fueron regalados para su esparcimiento… ¡Así cumplió su Grito por nuestra Independencia, SIN LLUVIA pese a los torrenciales aguaceros de los días anteriores, la primera mandataria del país Claudia Sheinbaum, de quien esperamos que no nos quite, como advierten algunos, nuestras libertades! ¡Hasta mañana que será un día más!
