Un 13 de junio de 2013, siete jóvenes desconocidos debutaban en el programa M! Countdown. Vestían ropa urbana, traían un mensaje provocador y cargaban sueños tan grandes como las barreras que tendrían que romper. Doce años después, ese grupo —BTS— es más que una banda: es un movimiento global que ha transformado la música, la industria y millones de vidas.
Su origen no fue glamoroso. No debutaron con contratos millonarios ni en la cima de las listas. Ensayaban en sótanos, grababan en garajes, vendían entradas puerta por puerta. Mientras otros los ridiculizaban, ellos construían una conexión única con su público. BTS nació de la resistencia, creció en la adversidad y floreció en el afecto de un fandom que encontró en su música una razón para seguir adelante.
Con álbumes como Wings, Love Yourself y Map of the Soul, los siete integrantes rompieron moldes dentro y fuera del K-Pop. A diferencia de muchas bandas, ellos escriben, componen y producen, abordando temas profundos como el amor propio, la salud mental, el dolor y la esperanza. Su mensaje no solo entretiene: consuela, cuestiona, abraza. Y eso los convirtió en algo más grande que una boyband.
BTS no caminó solo. Su ejército de fans, el ARMY, se convirtió en una fuerza imparable. Unidos por la música, han financiado campañas sociales, activado movimientos benéficos y protegido a la banda ante ataques y malentendidos. Esta comunidad no solo los sigue, los sostiene, los multiplica y los inmortaliza.
Hoy, mientras BTS celebra su 12° aniversario, seis de sus siete miembros ya han completado el servicio militar obligatorio, dejando a SUGA como el único aún en cumplimiento. Su regreso como grupo completo está cada vez más cerca, y con él, la promesa de un nuevo capítulo. Porque BTS no fue una moda. Fue —y sigue siendo— una revolución emocional, artística y cultural. Y después de 12 años, lo único seguro es que esto… apenas comienza.