Caray, cuando vemos un partido de futbol tan desigual como el del pasado miércoles en los Estados Unidos, tienen que surgir una cantidad enorme de cuestionamientos.

Si un equipo nacional tiene pocos partidos de preparación, por simple lógica, debería jugar con el mismo cuadro, salvo lesión o baja de juego.

Si además estos juegos se dan con miras a un torneo, en este caso la Copa América, pues con mayor razón deben alinear los que van a ir al evento.

Jaime Lozano y su cuerpo técnico decidieron ante Bolivia y Uruguay, poner cuadros alternativos.

Una cosa es la renovación generacional y otra sacar jugadores que no tienen la capacidad o el nombre para vestir la verde y colocarlos por el simple hecho de probarlos.

El tricolor no puede ni debe ser un laboratorio.

La Celeste encueró las carencias de esa selección. A lo mejor con un equipo realmente titular se hubiera competido con más decoro.

Las altas autoridades federativas, ya con más de un año en el poder, anunciaron con bombo y platillo una serie de medidas que catapultarían al balompié nacional al infinito y más allá.

Pues con la pena, no hay una adecuada calendarización, sigue y seguirá sin haber ascenso y descenso, un exuberante número de extranjeros incluidos los entrenadores, un supuesto apoyo total a la selección que puede terminar luego del muy probable fracaso en el certamen intercontinental.

No se trata de hacer leña del árbol caído, pero no le hallo el modo para ofrecer alguna solución.

Se rumora la llegada de Javier Aguirre como si fuera la salvación.

Nadie puede dudar de la capacidad del “vasco”, pero no es ni el lugar y el momento para una supuesta asesoría que bien podría interpretarse como jefatura.

Ahora viene el tercer jugo de preparación, luego de desperdiciar un par, solo que ante Brasil, que es un absoluto favorito para ganar el certamen.

Cuando a un equipo lo abandona la confianza, el resultado siguiente puede ser catastrófico.

Le pasó a México en el proceso de la mano de Juan Carlos Osorio, precisamente en Copa América.

Chile agarró a un equipo desmotivado y miedoso para meterle nomás siete goles y como dijo José Alfredo Jiménez, nada nos han enseñado los años.

Jimmy Lozano está sintiendo los embates de una prensa despiadada y caníbal.

Mañana puede ser él u otro entrenador y la cantaleta sería la misma.

¡Fuera!, es el clamor al primer descalabro.

El fuego fue avivado por el técnico argentino que dirige a Uruguay al declarar: “el resultado hubiera sido otro si México alineara a sus mejores jugadores”.

No se olvide que Marcelo Bielsa sonó y fuerte para dirigir al tricolor.

A lo mejor habló con un sentido práctico o desde el resquemor de no haber podido, por cualquier circunstancia, llegar al banquillo tricolor.

Por lo pronto, Lozano deberá planear el juego ante los amazónicos con sentido práctico, con estructura, con huevos y sobre todo, tratar a toda costa que le peguen…un baile.

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