Desde que tengo uso de razón futbolística, los directivos del futbol era poco conocidos, no jalaban reflectores y el gran público ignoraba hasta quién era el propietario del equipo de sus amores.

Quizá el primer ejecutivo de renombre fue Guillermo Cañedo, quién llegó contratado por la empresa denominada Telesistema Mexicano, hoy transformada en Televisa, luego de su exitoso paso por Zacatepec.

La misión que el entonces dueño de la empresa, Don Emilio Azcárraga Vidaurreta encargó a Cañedo, fue la administración del club América, que ahora formaba parte del poderoso consorcio.

Don Guillermo fue también presidente de la FEMEXFUT y pieza fundamental para la obtención de la sede del Mundial de 1970 para nuestro país.

Otro directivo importante de esa época fue Joaquín Soria Terrazas, quién luego de presidir el Sector Amateur de nuestra Federación, dio el salto para permanecer por 30 años en la cúpula del poder en la CONCACAF.

En 1990, en la junta del comité ejecutivo de la FIFA previa al Mundial de Italia, un enorme número de países del Caribe se rebeló contra lo que llamaban la “dictadura azteca”, eligiendo como máximo dirigente a un modesto profesor rural nacido en Trinidad y Tobago.

Para que tengamos una idea de la fuerza de esas islas, hay que dejar asentadas varias cuestiones.

El voto es individual por cada Asociación Nacional y vale lo mismo el de Estados Unidos que el Barbados, por poner un ejemplo.

La CONCACAF tiene alrededor de 50 países afiliados y quitando a los del norte, Canadá, los gringos y México, así como a los centroamericanos, el resto son naciones insulares, con mayoría de raza negra y que una vez conquistada la cúpula, difícilmente la iban a soltar.

Hasta ahí, nada fuera de lo común.

El problema es que la administración del profesor Warner, que duró 21 años, fue la de un grupo de facinerosos, una caterva de pillos, ladrones y vendedores de votos al interior de la FIFA, sobre todo para el otorgamiento de las sedes mundialistas.

Warner hizo mancuerna con otro estafador de tiempo completo llamado Chuck Blazer.

No le exagero si le digo que de la oficina de la Confederación ubicada en Nueva York, se robaron hasta los lápices.

El colmo de las transas de Don Jack, fue que con dinero de la FIFA, compró un terreno en Puerto España, capital de su país, para edificar un Centro de Alto Rendimiento, se habla de 5 melones de billetes verdes.

Solo que se tomó la libertad de poner la propiedad a nombre de su esposa y el asunto se litiga hasta hoy.

Warner es prófugo de la justicia estadounidense y tiene una orden de extradición que no se ha cumplimentado.

Ahora fue condenado a pagar 220 mil dólares a un empresario trinitario a quién estafó en el 2007.

Bajo el amparo del entonces presidente Joseph Blatter y su grupo de cleptómanos, fue que este sujeto pudo acumular poder y riqueza, sin dejar de ser jamás un vulgar… pillastre.

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