El asesinato del activista Samir Flores Soberanes ensombreció la consulta sobre el sí o no al funcionamiento de la planta hidroeléctrica de Huexca, programada para este fin de semana. El mismo día, el presidente Andrés Manuel López Obrador deploró la muerte de este luchador social. Miembro del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua que integran campesinos de Puebla, Tlaxcala y Morelos, Samir se destacó en la región oriente por su papel de opositor a las instalaciones de Huexca. Al día siguiente, el fiscal general Uriel Carmona Gándara  dijo no descartar ningún móvil, pero señaló al crimen organizado como la principal línea de investigación, por el calibre de las balas y un mensaje firmado por el “Comando Tlahuica” (“Tlaica”, se leyó en la imagen televisada, con “i” latina, no griega como se escribe esta localidad del municipio de Jonacatepec). ¿Era Samir Flores Soberanes pariente de Vinh Flores Laureano?  Quizá, dado su primer apellido que por lo demás es uno muy común en Morelos? Lo que sí, que ambos fueron luchadores sociales, se destacaron en épocas distintas, de maneras diferentes pero en la misma zona… y los dos acabaron siendo asesinados. De Vinh aún se dicen muchas cosas en los pueblos del oriente. Cierto o falso, que era comunista, que militó en el Partido Comunista Mexicano e incluso que hizo un curso sobre técnicas de guerrilla en la escuela Patricio Lubumba, de Moscú. Vinh fue un “chairo”, dirían hoy cargados de racismo estúpido los “fifis”. Originario de Atlixco, Puebla, desde muy pequeño fue a vivir con un tío al poblado de Amilcingo. Ahí estudió la primaria en una escuela dirigida por Eva Rivera, una maestra comprometida con su pueblo. Reconocido como el impulsor de la creación de la escuela normal rural de Amilcingo, en 1976 tenía 26 años cuando salió rumbo a Jonacatepec en su “vochito”. Nunca más se le volvió a ver vivo: apareció muerto en un barranco en el límite exacto de los estados de Puebla y Morelos, a un lado de la carretera panamericana. En octubre de 1979, una carta publicada en la revista “Proceso” titulada “Violencia contra ejidatarios de Amilcingo, Morelos”, que entre otros firmaron el entonces alcalde de Temoac, Ladislao Mora Ramírez, recordaba: “En noviembre de 1975 fue asesinado por la espalda el Sr. Benedicto Rosales, quien era presidente del Comisariado Ejidal; el 7 de septiembre de 1976 el profesor Vinh Flores Laureano y su tío Enrique Flores Mitzin y Luis Rivera son balaceados antes de efectuarse una asamblea del pueblo; el 25 de junio del presente año, el Sr. Nabor Barrera Ramírez, presidente del municipio de Temoac”. Estigmatizado como un lugar donde la violencia ha imperado históricamente, como municipio Temoac nació en 1977. En 1979, Nabor Barrera, su segundo alcalde, fue ultimado a tiros pocos días después de que tomó posesión del cargo y, pasados nueve años, el segundo edil, Roberto Caporal, casi acaba igual. Su padre Enrique, además de presidente del Comisariado Ejidal era el jefe de una banda de asaltantes, homicidas y extorsionadores que asolaban la región. Jacinto Baranda, un “fayuquero” del tianguis Degollado de Cuernavaca a donde había emigrado huyendo del cacique Enrique, era una de sus víctimas. Planeó su venganza, y llegado el momento contrató a pistoleros del pueblo vecino de San Juan Calmecac, Pue., entre ellos, a Pablo Beltrán Mixi. Minutos después del amanecer del 9 de abril de 1986 emboscaron a los Caporal, mataron a Enrique y dejaron mal heridos a Roberto y Emma. Entonces Jacinto asumió el control de Temoac y se dedicó al asalto y la extorsión, hasta que el 6 de enero de 1989 cayó muerto en un enfrentamiento con policías judiciales comandados por su paisano, el policía judicial Apolo Bernabé Ríos García, en el atrio del convento de Oaxtepec. Beltrán, que acompañaba a Jacinto, consiguió huir en medio de una lluvia de balas. Se hizo con el liderazgo de la banda, extorsionó a agricultores, ganaderos y comerciantes de Temoac, asaltó automovilistas en la carretera Cuautla-Izúcar. Pasado un año, Pablo fue abatido de un escopetazo en el zocalito de Huazulco, sorprendido en el amanecer del 27 de enero de 1990 por el grupo de Apolo con el que se trenzó a tiros y logró herirlo en la clavícula izquierda. De ahí en adelante cesaron los asaltos y las extorsiones en Temoac, para cuyos pobladores enero se convirtió en un mes de coincidencias. En enero de 1989 termino la carrera delictiva de Jacinto Baranda, en enero de 1990 murió Pablo Beltrán y el 27 de enero de 1991 Apolo Bernabé fue detenido por elementos de la Policía Judicial Federal, acusado de la desaparición del ex candidato a alcalde de Cuautla por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, José Ramón García Gómez. Preso desde enero de 1992, diciembre de 2012 sellaría la muerte de Apolo Bernabé en el penal de Atlacholohaya... Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

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