Nadie de la Fiscalía de Morelos, del cabildo de Cuernavaca y mucho menos del Gobierno Estatal se hicieron presentes en el paraje Fierro del Toro para siquiera simular el intento de destrabar el bloqueo de la carretera federal México-Cuernavaca, el viernes pasado. El cierre de ambas vías fue perpetrado por habitantes de Huitzilac que protestaron por la detención de tres paisanos por parte de un grupo de hombres de Topilejo que los acusaron de traficar tierra de monte y los entregaron a la Guardia Nacional. El tapón desquició la circulación de miles de automovilistas en el arranque del puente largo, se prolongó desde las 4.30 de la tarde hasta las once de la noche, durante las primeras dos horas sólo en la carretera federal y el resto de manera intermitente en las dos vías que comunican a Cuernavaca y la CDMX por el lado de Tlalpan.
Históricamente pudo ser el bloqueo que ha durado más tiempo, pero no el primero. Justamente en marzo de hace un año un operativo contra la tala ilegal en Fierro del Toro desató la violencia en la cabecera municipal de Huitzilac. El fiscal Uriel Carmona Gándara declaró que comuneros que atestiguaron los hechos aseguraron que la protesta se debió a la “detención irregular” de un grupo de vecinos y a la muerte de uno de ellos en un enfrentamiento con agentes de la Guardia Nacional.
Con el correr de los años, cientos de millones de metros cúbicos de madera han sido saqueados en Huitzilac. Este dato ilustra la magnitud del problema: la noche del martes 11 de mayo de 2004, elementos de la Policía Preventiva Estatal y de la Comisión Estatal de Agua y Medio Ambiente decomisaron once tráileres cargados con 869 metros cúbicos de madera cortada ilegalmente. (Para hacer una pared de madera son necesarios 48 troncos).
Se ha dicho que México ostenta el quinto lugar en la tasa de desforestación más grave del planeta, sólo superado por Brasil, Indonesia, Sudán y Zambia. Los números no han cambiado gran cosa, significa que en nuestro país cada minuto desaparece una superficie boscosa del tamaño de dos canchas de fútbol, o que a cada hora los mexicanos perdemos bosques equivalentes a 23 veces las dimensiones del Zócalo de la Ciudad de México.
En los inicios de la primera década de 2000, en la Sierra de Zempoala, en Huitzilac, Morelos, y en Ocuilan, Estado de México, el paraje Ocoyotongo de cien hectáreas fue devastado por talamontes. Se encontraba ubicado a cinco kilómetros de las lagunas de Zempoala, una “zona de ingobernabilidad” así consideradas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. Hace unos veinte años, este paraje se hallaba cubierto por árboles de oyamel que paulatinamente fueron cortados por hombres de la comunidad de San Juan Atzingo.
En noviembre de 2004, un grupo de talamontes le arrebató a elementos de la Policía Preventiva del Estado un camión cargado de madera fresca que los uniformados acababan de detectar en el bosque. Pocos días después, un agente del Ministerio Público y tres agentes de la Policía Ministerial fueron apaleados por una banda de presuntos robacoches que amenazaron con matarlos. Rafael Vargas Zavala, entonces presidente municipal de Huitzilac, se resistió a que miembros de corporaciones policíacas estatales y federales entraran al territorio de ese municipio. Coincidentemente, el actual alcalde de ahí mismo es Rafael Vargas Muñoz, hijo de Rafael Vargas Zavala, quien falleció dos años atrás, el 18 de marzo de 2020, un día coincidente con el bloqueo del pasado vienes 18… (Me leen después).
Por: José Manuel Pérez Durán
