La paciencia tiene límites. En el viejo reclamo de la seguridad los buenos deberían estar primero que los malos. Pero no es así; en este sentido desgraciadamente muy poco o casi nada se ha podido lograr. Pidiendo que incluso de manera anónima las víctimas de la delincuencia denuncien a los delincuentes, tácitamente el gobierno local se confiesa ineficaz para poder hacerlo, pretende deshacerse de una responsabilidad y trasladarla a la sociedad, “justifica” su ineptitud declarándose menos que los delincuentes porque “son un chingo”. Hastiada, puesta en estado de indefensión las respuestas de la sociedad son contundentes, de cuestionamientos a la irresponsabilidad gubernamental, lamentado por la gente de buen vivir la situación de víctima en la que se halla. Ciertamente no es cosa nueva que establecimientos comerciales cierren sus puertas debido a que la autoridad es incapaz de procurarle condiciones de seguridad a la ciudadanía. Ha viendo sucediendo desde años atrás pero digamos que con cierto sigilo, sólo trascendidos al conocimiento público los casos con nombres y apellidos por testimonios en privado que buscan la protección de la discreción. Así que la diferencia entre el antes y el ahora no consiste en que recientemente un restaurante y un bar fueron cerrados porque sus propietarios aducen inseguridad, sino debido a que este hecho inundó las redes sociales. En la analogía de un partido de fútbol, la delincuencia común y el crimen organizado están goleando al equipo del Gobierno Estatal. Para la gente común los motivos huelen a pretextos. Que el comisionado de Seguridad Pública, José Antonio Ortiz Guarneros, diga y repita que el personal de la Policía Morelos no es sólo insuficiente –300 elementos para todo el estado–, sino que además muchos de ellos resultan sospechosos pues no aprobaron los llamados exámenes de confianza, puede ser verdad pero a la vez una declaración que no le interesa a la sociedad en días en que lo que necesita y exige son hechos, no palabras. Y como en la balanza de la desesperación social lo negativo suele pesar más que lo positivo, la ciudadanía desestima datos acaso halagüeños como que, de acuerdo a una declaración de la titular de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro y la Extorsión, Adriana Pineda Fernández, durante el primer trimestre de este año 19 denuncias por el delito de secuestro derivaron en 10 rescates y 24 personas detenidas por casos que sucedieron en Cuautla, Xochitepec, Puente Ixtla, Huitzilac, Ocuituco, Tlaquiltenango, Jojutla, Yautepec, Temoac, Tlaltizapán y Tepetlixpa, este último perteneciente a la entidad mexiquense pero presentada la denuncia en Morelos. Vale decir: cuyo gobierno no está reaccionado correctamente si lo que ha venido haciendo es dejar correr el tiempo, esperando que llegue el día en que el gobierno de la federación venga a resolverle el problema de la inseguridad. El presidente Andrés Manuel López Obrador ya no quiere queso sino salir de la ratonera; sabido es que tiene problemas para dar y prestar. En enero y febrero pasados fueron asesinadas 5 mil 803 personas en México. Parecen “poquitas”, pero las cifras destacan al primer bimestre de 2019 como el más violento del que haya registro, pues rompió el récord de homicidios que para este periodo se había alcanzado en 2018 y creció 13% de un año a otro. Los números son oficiales, del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública cuyo reporte subraya a febrero como el mes con mayor promedio diario de homicidios durante los primeros tres del actual sexenio y de hecho se trata del febrero con más asesinatos de los últimos 21 años. Además de Morelos, las entidades donde aumentó el número de homicidios son Tabasco, Guanajuato, Hidalgo, Chihuahua, Estado de México, Chiapas, Yucatán, Michoacán, Puebla, Coahuila, Aguascalientes y Querétaro. Ubicada la nuestra en la lista roja de las entidades que en febrero registraron la mayor tasa de asesinatos, también están Colima, Guanajuato, Baja California, Chihuahua y Guerrero. Estos dígitos no incluyen a Veracruz, específicamente a Minatitlán, enviada allá el viernes por AMLO la Guardia Nacional luego de que una semana atrás fueron muertas a tiros trece personas en una fiesta de cumpleaños. Aunque menor el número de víctimas, algo parecido a la masacre en el restaurante de mariscos de Cuautla el pasado sábado 13 de abril… (Me leen mañana).
Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com
