Este día se cumplen 109 años de que el dictador Porfirio Diaz murió en París. Al menos hasta la década de los ochenta, el conservadurismo de México clamaba por la traída de los restos de Porfirio Diaz a nuestro país. Los panistas, el conservadurismo…

A las dos de la mañana del 21 de noviembre, Porfirio Diaz salió de la Ciudad de México seguido por sus leales, quien para no dejar riesgos en el camino, envió a su personero asentado en el puerto jarocho el telegrama con la tristemente famosa frase de “¡mátenlos en caliente!”, deshaciéndose de los lerdistas, de más enemigos políticos, y de paso eliminando a Lerdo de Tejada mediante un exilio de por vida en Nueva York.

Ligado de muchas maneras Porfirio Diaz a la historia de Morelos, el botón de muestra de las prácticas porfiristas que se dieron durante la friolera de 34 años, de 1876 a 1910, lo tenemos con el fraude perpetrado a favor del coronel Pablo Escandón, favorito del sátrapa chapado a la usanza militar en academias de Europa. A la muerte del gobernador morelense Manuel Alarcón, nativo de la hacienda de Buena Vista al norte de Cuernavaca y lugar que sería ocupado por la XXIV Zona Militar, en 1909 los hacendados de la entidad le pidieron a “El Fifí” –llamado así Escandón en el círculo de sus amigos– que “les hiciera el favor de gobernar Morelos”. Renuente al principio, el militar de cartón aceptó, acaso presionado por su padrino militar y mandamás del país...

Historiadores y el desaparecido cronista Valentín López González consignaron la llegada a Cuernavaca de la primera locomotora en 1897, inaugurada la estación del ferrocarril por Porfirio Díaz que en la misma ocasión cortó el listón inaugural del puente que lleva su nombre. Privatizado un siglo después Ferrocarriles Nacionales de México por el presidente apátrida que fue Ernesto Zedillo, en 1997 desapareció el tren MéxicoCuernavaca-Balsas, cayeron en el abandono la casona donde estuvieron la taquilla y la sala de espera y fue invadido el tramo de vía que corría al lado de la avenida Plan de Ayala, en tanto el asentamiento de Los Patios permaneció en el limbo jurídico. No hay, o el columnista no la ha encontrado, una historia escrita que precise cómo nació la otrora llamada Ciudad Perdida de los Patios de la Estación. Existen relatos sobre que, en la década de los cuarenta del siglo pasado, trabajadores ferrocarrileros habitaron carros estacionados del tren. Paulatinamente, familias de Cuernavaca y otras provenientes del estado de Guerrero ocuparon el terreno que con el paso del tiempo alcanzó una invasión cercana a las veintidós hectáreas, codiciadas por empresas fraccionadoras habida cuenta el alto valor comercial del predio. Si regularizarla con papeles habría significado llevarle las obras de infraestructura urbana de las que históricamente había carecido, en junio de 2007 lo intentó, pero no pudo, el desaparecido alcalde panista Jesús Giles Sánchez. Se presentó entonces la oportunidad de que el organismo liquidador de Ferronales cediera a la ciudad (y no vendiera en 52 millones de pesos, como pretendía) las veintidós hectáreas de Los Patios y los pasos de vía para construir en ellas alternativas de vialidad, por ejemplo, concretar la vieja idea de construir una avenida paralela a Plan de Ayala, lo que acabó siendo imposible. Por cerca de un siglo, tener las escrituras que les diera certeza jurídica en la tenencia de sus casas fue el sueño preciado de al menos tres generaciones de familias. Para que ello sucediera Andrés Manuel López Obrador debió llegar a la Presidencia de México. En los ochenta, el gobernador Lauro Ortega había intentado un proyecto para reubicar a sus habitantes, pero fue en vano, permutadas viviendas a unas cuantas familias en la Unidad Morelos de Xochitepec, regresadas unas pocas, quedadas otras y rápidamente ocupados los lotes que habían quedado vacantes. Asentamiento marginado del desarrollo de Cuernavaca durante décadas, acabó regularizándolo el derecho de posesión de las familias que habitan ahí… (Me leen mañana).

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