Es el presidente Andrés Manuel López Obrador quien pone los temas en el día a día de los medios masivos de comunicación. Además “de gorra”, gratis, publicados a regañadientes por los llamados “medios tradicionales”, a diferencia de lo que hacían en los gobiernos neoliberales cuando la Presidencia les pagaba las gacetillas con dinero público. Dicho sea de paso: de ahí los corajes entripados de, por ejemplo, Joaquín López Dóriga y “Pepe” Cárdenas, que del servilismo abyecto hacia los presidentes del neoliberalismo pasaron a ser críticos feroces de todo cuanto diga y haga AMLO. El comentario es que si sobre el bloqueo a Cuba declara el Presidente, es nota, y lo mismo si de los presidenciables habla. Bastó con que en una “mañanera” reciente el político tabasqueño postulara la obviedad que prohibía el ritual de hipocresía prianista, el derecho constitucional a aspirar a ser presidente, para que los medios de empresas conservadoras cayeran nuevamente en el garlito y multiplicaran el pronunciamiento presidencial. Presente en la rueda de prensa de cobertura nacional, el canciller Marcelo Ebrard tomó el micrófono y delante de AMLO reconoció que sí aspira, e inevitablemente recurrió a la cantaleta institucional de estos casos: que efectivamente sí quiere ser Presidente de este país, pero sin desconcentrarse de su obligación. Ajá. El secretario de Relaciones Exteriores privilegió lo que debía privilegiar: la lealtad a su jefe, el Presidente.
Entrevistada la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, naturalmente declaró más o menos en los mismos términos de lealtad e institucionalidad a AMLO. E igualmente el senador Ricardo Monreal Ávila, quien admitió no ser “el favorito” pero incluso que así contendrá por la candidatura presidencial de Morena. ¿Y en casa cómo andamos? Dando por descontado que el siguiente gobernador de Morelos surgirá de Morena, para gubernamentables suenan el subsecretario de Gobernación que fue en 2018 “sacrificado” por AMLO, Rabindranath Salazar Mejía; los presidentes municipales de Jojutla y Jiutepec, Juan Ángel Flores Bustamante y Rafael Reyes Reyes, quienes no por nada fueron reelectos el 6 de junio pasado, visibles los logros de Reyes en obras y servicios públicos que lo hicieron el mejor de los alcaldes; la senadora Lucía Meza Guzmán y la directora de la Lotería Nacional, Margarita Sarabia, por citar dos féminas. El candidato del PAN podrá salir de entre los diputados federales Daniel Martínez Terrazas y Marco Adame Castillo o el vástago de éste último, y en una voltereta que hoy se ve imposible el “hijo desobediente” que volvería al redil, Javier Bolaños Aguilar. Desplomado en los últimos lugares de las preferencias electorales, en 2024 y quién sabe por cuantos años más, el PRI no será gobierno en Morelos, de modo que el senador Ángel García Yáñez, el presidente estatal del tricolor, Jonathan Márquez, y los que vaya acumulando el tiempo deberán seguir esperando. Descartado por ahora un PRD que anda en la cuerda floja, a punto de perder el registro electoral luego de que en junio no alcanzó el 3 por ciento de la votación, sólo lo salvaría una triquiñuela que opere la consejera presidenta del Impepac, Mireya Gally Jordá.
También jugarán los partidos nuevos, más que dedos tiene la mano pero sin posibilidad alguna de hacerse con la gubernatura, limitados otra vez al negocio de conservar los cheques de las prerrogativas para sus dirigentes y meter uno que otro edil. Desde el instante mismo en que le ganó la candidatura de la alcaldía de Cuernavaca al cártel de los fuereños, José Luis Urióstegui quedó convertido en candidato natural a gobernador… (Me leen después).
Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com