El gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo se deslinda del conflicto por la crisis económica de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). Declaró el martes: “Este es un problema que tiene el Rector, no es culpa de nosotros (…) Yo se los dije claramente desde que entré (al cargo de jefe del Ejecutivo): que ese es un tema que iba a explotar (…) Y a quienes molestan, pues es (a) la ciudadanía con los bloqueos, la desesperación; la gente tiene que ir a trabajar”. Cierto, pero sus palabras no destrabaron los bloqueos en las puertas de Cuernavaca que ayer mudaron los trabajadores académicos de la UAEM a las casetas de las autopistas de Oacalco y Alpuyeca, en territorio morelense, y a la de Tlalpan, en la Ciudad de México. Hecha así “manita de puerco” a la Secretaría de Educación Pública (SEP) del gobierno federal, los manifestantes presionan para que les paguen los adeudos de dos catorcenas, el aguinaldo y otras prestaciones laborales. Lo que posiblemente pudo resolverse ayer mismo, en el caso de que haya sido positiva la respuesta de autoridades federales dentro del plazo de 24 horas que, según el rector Gustavo Urquiza Beltrán, se fijó la SEP la tarde del martes para responder al requerimiento de la UAEM. Limitado el “apoyo” del Gobierno Estatal al “acompañamiento” en las gestiones de los secretarios de Gobierno y de Educación, Pablo Héctor Ojeda Cárdenas y Luis Arturo Cornejo Alatorre, que cual testigos de piedra acompañan pero tampoco pueden resolver, entre tanta palabrería se perdió la declaración sustancial que acaso debió haber hecho el gobernador Blanco pero la hizo el presidente de la Mesa Directiva, Alfonso de Jesús Sotelo Martínez: que los diputado locales analizan la viabilidad de incrementar el presupuesto de la UAEM a partir de la propuesta del rector Urquiza, para aumentar del 2.5 al 3.5 el presupuesto de la casa de estudios. Y sí, porque al tratarse de un conflicto básicamente económico, sólo es posible resolverlo con dinero contante y sonante, y no con alegatos políticos… Una solución de fondo para un problema añejo que el paso del tiempo ha venido complicando cada día más. Desconocedores algunos de los funcionarios del actual gabinete estatal tanto de las fortalezas como de las debilidades de Morelos, aquí esta perlita publicada en el Atril del 7 de diciembre de hace tres años, cuando la nave de la UAEM también surcaba aguas agitadas: La insolvencia de la administración de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, para cubrir el pago de aguinaldo a maestros y trabajadores administrativos, presagia el desastre de pensiones que cada día se aproxima más y más. Si el origen de la falta de capacidad de pago del aguinaldo se debió a que unos 200 trabajadores y docentes “adelantaron” su jubilación y esto desfalcó las finanzas de la UAEM, el asunto es menor frente a la bomba de tiempo que significa la abultada carga de jubilaciones y pensiones. Si a la carga normal de esta prestación se suma el hecho de que hay profesionistas –médicos, licenciados, ingenieros, maestros y maestras, entre otros– que perciben doble y hasta triple pensión por estar dentro de los regímenes del IMSS y del ISSSTE o alguna universidad, tenemos como resultado el lastre que significa para el erario público el cumplir con esta prestación consagrada en el artículo 123.  Otros pensionados de la “clase dorada” salieron de la política y del sistema de justicia. La lista inicia con los ex presidentes, ex magistrados, ex senadores y un largo etcétera.  De ser un derecho del sector laboral, las pensiones han pasado a ser un privilegio del poder político y burocrático a costillas de los contribuyentes. Comparado con el sector empresarial –la de aquellos empresarios con responsabilidad social y ética–, que escasean, las pensiones se dan por auténtico servicio otorgado a una organización. En el caso del sector público y político, suele ser suficiente el servilismo al poderoso en turno… Y el pronóstico vigente aún: Entre 2021 y 2023 habrá un severo aumento en el número de dependientes mayores de 65 años por trabajador, o sea, una mayor carga económica y menor capacidad de ahorro. Además, el aumento en la esperanza de vida de los mexicanos –en las mujeres a 81 años y en los hombres a 77– impedirá que el dinero ahorrado en la Afore alcance para mantenerse más años. Los economistas le han apodado el “tsunami demográfico” que se nos viene encima y la única manera de estar preparados es ahorrando. Los temas que debemos incluir en el lenguaje cotidiano son: aportaciones, rentabilidad y liquidez de la inversión de las Afores y la edad de retiro”… No, pues sí… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp