La insolvencia de la administración de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), para cubrir el pago de aguinaldo a maestros y trabajadores administrativos, presagia el desastre de pensiones que cada día se aproxima más y más. Enorme, el conflicto financiero no es exclusivo de la máxima casa de estudios de nuestra entidad. Gobiernos municipales enfrentan laudos por incumplimiento de compromisos contractuales, gobiernos estatales –incluido Morelos– están en la guillotina de las jubilaciones y pensiones. 

Si a la carga normal de esta prestación se suma el hecho de que hay profesionistas –médicos, licenciados, ingenieros, maestros y maestras, entre otros– que perciben doble y hasta triple pensión por estar dentro de los regímenes del IMSS y del ISSSTE o alguna universidad, tenemos como resultado el lastre que significa para el erario público el cumplir con esta prestación. 

Otros pensionados de la “clase dorada” salieron de la política y del sistema de justicia. La lista inicia con los exmagistrados y un largo etcétera.  De ser un derecho del sector laboral, las pensiones han pasado a ser un privilegio del poder político y burocrático a costillas de los contribuyentes. Comparado con el sector empresarial –aquellos empresarios con responsabilidad social y ética, que escasean–, las pensiones se otorgan por auténtico servicio otorgado a una organización. En el caso del sector público y político, suele ser suficiente el servilismo al poderoso en turno. 

Sólo un poco más del 30 por ciento de la población económicamente activa cotiza a la seguridad social obligatoria, es decir, siete de cada diez mexicanos no cuentan con el mecanismo básico de ahorro para el retiro mientras para los otros tres el ahorro automático (el que se le descuenta de la nómina) en la Afore podría no ser suficiente. 

Ante el paupérrimo rendimiento de las Afores está el previsible aumento en la edad de retiro para que trabajadoras y trabajadores puedan seguir ahorrando antes de jubilarse. Habrá una generación de “adictos al trabajo forzado”, porque lo ahorrado no será suficiente para dejar de trabajar y un mayor índice de autoempleo y de negocios informales, aunque éstos último son la alternativa desde hace mínimo 60 años para miles de jubilados y pensionados. 

El bajísimo porcentaje del Afore mexicano implica una severa pérdida de calidad de vida en la etapa de retiro. Dicen los que saben: incluso, con las jubilaciones adelantadas, al momento de la jubilación pueden quedar todavía muchos años por vivir… y el gran riesgo de que el ahorro no sea suficiente para preservar un nivel de vida decoroso. 

Entre 2021 y 2023 habrá un severo aumento en el número de dependientes mayores de 65 años por trabajador, o sea, una mayor carga económica y menor capacidad de ahorro. Además, el aumento en la esperanza de vida de los mexicanos –en las mujeres a 81 años y en los hombres a 77– impedirá que el dinero ahorrado en la Afore alcance para mantenerse más años.

Los economistas le han apodado el “tsunami demográfico” que se nos viene encima y la única manera de estar preparados es ahorrando.  Los temas que debemos incluir en el lenguaje cotidiano son: aportaciones, rentabilidad y liquidez de la inversión de las Afores y la edad de retiro. 

Es momento de hacer conciencia de que ahorremos más; de lo contrario nos vamos a quedar cortos.  El porcentaje recomendado por los especialistas es el 13 por ciento, así que es necesario hacer ese esfuerzo. 

La “densidad de cotización” o el tiempo durante el cual una persona ahorra también debe ser mayor. El 68 por ciento del tiempo aportamos a la seguridad social, de manera que el reto es ahorrar el resto de tiempo también. Pero con jubilados treintañeros y cuarentones de las universidades públicas y del magisterio, ¿cómo resolver la carga que representan para el erario público?

Gobernantes y legisladores deben ser los primeros en entender que la reforma a la seguridad social es una condición necesaria para el éxito del combate a la pobreza y para una política de empleo y finanzas públicas sanas. En pocas palabras, México necesita robustecer y fomentar un sistema de pensiones sostenible; de no hacerlo enfrentará una “catástrofe social” porque existirán mexicanos que no alcanzarán una pensión digna y otros más que tendrán que depender de las paupérrimas pensiones sociales otorgadas por el gobierno… (Me leen mañana).

Por: José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com 


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