En Morelos las obras públicas han sido históricamente caras, de mala calidad e inflados sus costos en un medio de corrupción impune. Para no generalizar, digamos que no todas pero sí la mayoría. Caso del Distribuidor Vial de Palmira, cuya inversión inicialmente se estimó en 200 millones de pesos pero al final se dijo que destinaron 403 millones y además con dos años de demora. Y el Paso Express, que de mil 50 millones de pesos escaló hasta dos mil 213 millones. Entregado en enero de 2015 por el entonces titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, el distribuidor (no en Palmira sino en El Polvorín) fue comenzado varios años antes, cuando en el gobierno panista del sátrapa Felipe Calderón el delegado de la SCT era el hoy secretario de Obras Públicas de Morelos, Fidel Jiménez Valdez. A mediados de este mes, el coordinador estatal de Protección Civil, Enrique Clement Gallardo, y el presidente de la Asociación Civil de Directores Responsables de Obra y Corresponsables, Carlos Mojica Avilés, afirmaron haber comprobado desperfectos graves en la estructura del distribuidor vial. “Ya hay desprendimiento de concreto, exposición de acero, ya se está doblando, sí hay una situación de riesgo grave que hay que atender”, advirtió Mojica Avilés y sembró la duda en la población: ¿la estructura se cae o se mantiene en pie? Negadas las fallas por “autoridades locales”, afirmaron que “por ahora no hay riesgo”, pero anunciaron que solicitarían un estudio a la SCT “para conocer las consecuencias de las irregularidades detectables a simple vista”. ¿Por fin? Y así hasta hoy el asunto, o lo que es lo mismo: la recochina duda. Dicho todo esto –y esa es la paradoja– en el nuestro que es un estado bien comunicado. Carreteras tenemos de norte a sur y de poniente a oriente, gratis y de cuota, directas o tomando atajos. De Yautepec a la zona cañera de Jojutla pasando por Ticumán hasta llegar a Tlaltizapán, Tlaquiltenango, Jojutla y Zacatepec; de Chiverías hacia Puente de Ixtla para conectar con la libre a Acapulco y la Autopista del Sol; de Tepoztlán se sale a Cuernavaca y a Cuautla y de ahí a los municipios próximos al Popocatépetl que colindan con Puebla y el estado de México. La Siglo XXI enlazan a la Ciudad de Los Ángeles y el oriente de Morelos. En cualquier punto del territorio morelense que se halle el automovilista encuentra opciones para enfilar al sitio que desee o necesite. Para los cuernavacences que poco salen al interior del estado no es lo mismo escuchar sobre vías ampliadas que transitarlas personalmente. No es exageración decir que a docenas de miles de personas les cambiaron la vida los ensanchamientos a cuatro carriles de los tramos Acatlipa-Alpuyeca, en la carretera federal a Acapulco, y Cuautla-Amayuca, de la libre Cuautla-Izúcar. Pero otra es la movilidad en la autopista La Pera-Cuautla, suspendida por años la ampliación del trecho de Tepoztlán, necesaria pero antiecológica, aplaudida por muchos y rechazada por otros la bandera del movimiento tepozteco contra la depredación de miles de árboles. Siendo gravísimos los daños a nivel planeta, si en este caso la encrucijada consistió en dar seguridad a los usuarios o atentar contra la naturaleza, al final fue subestimada la opción, acaso “fantasiosa”, de un segundo piso en La Pera-“Tepoz”. Los expertos nunca dijeron que ello era imposible, pero a la gente común le consta que en el ex Distrito Federal llevan años tendiendo pisos elevados en vialidades congestionadas, y que meses atrás terminaron el segundo nivel que entronca con las casetas de la autopista a Cuernavaca. Insertaron columnas enormes (“ballenas”) y sobre éstas tendieron planchas de concreto prearmado, con rectas, curvas y desniveles, previstos los desagües y la resistencia a los temblores. Con este método las obras elevadas resultan rápidas, y por lo tanto menores los períodos de afectaciones al tráfico vehicular y peatonal. Hacerlo así resulta más económico que construir a la antigüita, con concreto vaciado en el sitio de la obra. A los conservadores el segundo piso en el tramo tepozteco les pareció cosa de locos. Tres años atrás así lo comentamos aquí. ¿Pero no acaso decían que Andrés Manuel López Obrador estaba chiflado por añadirle otro al periférico? Y conste: el hoy Presidente no descubrió el agua tibia: hacía un titipuchal de tiempo que plataformas elevadas en carreteras y distribuidores viales había en muchas ciudades del mundo que como Cuernavaca ya no es posible que continúe creciendo horizontalmente… (Me leen después).

 

Por: José Manuel Pérez Durán

jmperezduran@hotmail.com 

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp