A Pablo le arrancaron la existencia, pero él mismo les dará vida a otras personas. Donó sus órganos. Herido de muerte, la generosidad de Pablo Antonio Hidalgo Badillo le dio un hálito de fuerza para expresar su último deseo. Que en vida expresó su deseo de donar sus órganos dijo la doctora Delia Gamboa Guerrero, directora del Hospital General Regional del IMSS de Plan de Ayala. Explicó: tuvo una lesión en el cráneo por herida de arma de fuego y con ello muerte cerebral. Horas antes, uno de dos delincuentes le había metido un tiro en la cabeza. Intentaron quitarle su coche, se resistió y el desquiciado no dudó en dispararle. Huyeron, protegidos por la impunidad en la que hace mucho tiempo la autoridad se limita a contar los muertos y muy raras veces detiene a los responsables. Sucedió una semana atrás. A Pablo le sonreía la vida. Tenía 24 años, era generoso, recolectaba víveres para darlos a personas que se quedaron desempleadas y trabajaban en la calle. Iba a ser aviador, y para eso estudiaba en una escuela de aviación del aeropuerto de Tetlama. Donó el corazón, hígado, dos riñones, dos córneas, piel y tejido, músculo esquelético que podrán ayudar a 106 personas. El asesinato del joven aviador causó indignación social ante la ola de violencia y muerte que en nuestra entidad lleva meses creciendo, a diferencia de otros estados donde los niveles de inseguridad disminuyen. Esta vez no se presumió la “coordinación” de fuerzas contra la delincuencia. En mayo de 2019, el IMSS de Morelos concretó una procuración de córneas que beneficiará a dos personas. Pertenecían a un hombre de 69 años de edad originario de Cuernavaca que padecía diabetes e hipertensión arterial y falleció debido a un infarto. De 2016 a la fecha, la delegación de la institución nacional ha realizado 23 procuración de órganos y tejidos… CON los Agustines Alonso Mendoza y Alonso Gutiérrez en la presidencia municipal no se ha inundado Yautepec. “Los Tilines”, les dice la gente de este pueblo de Los Altos. En los períodos de cada cual como alcaldes tuvieron la precaución de drenar el cauce del río. Por eso Yautepec no se inundó la madrugada del jueves pasado. Cayeron cubetadas de agua, pero nada ni remotamente parecido a 1998 cuando el nivel del río sobrepasó dos metros y los perjuicios fueron graves, aunque no al grado de once años después, en agosto de 2009, que el caudal rebasó los diez metros sobre las orillas del cauce. Por unas cinco horas pasaron como caballos desbocados 108 mil litros (o 108 metros cúbicos) por segundo. Incontenible, la corriente inundó dos mil casas, el Mercado Municipal, cientos de comercios en el centro del pueblo así como una veintena de escuelas. Mientras en el centro el aluvión alcanzó quince calles cubiertas por 60 centímetros de lodo, nueve colonias se perfilaron al desastre: Santa Lucía, Flores Magón, Itzamatitlán, Jacarandas, Ixtlahuacán, Felipe Neri, Centro Rancho, San Juan y Cuauhtémoc. Cuatro años más tarde, una gran extensión de la geografía del sur morelense fue pasada por agua. El del 14 y 15 de septiembre de 2013 se consideró un “desbordamiento histórico” del río Amacuzac, pues dejó en seis comunidades de ese municipio, de Puente de Ixtla y Jojutla a decenas de familias sin hogar, pérdidas de ganado, cultivos y múltiples averías en caminos y carreteras… (Me leen después).
Por José Manuel Pérez Durán / jmperezduran@hotmail.com
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