Ayer se cumplieron 259 años del natalicio de José María Morelos, el Generalísimo, el Siervo de la Nación que sería fusilado el 15 de diciembre de 1815, en Ecatepec, estado de México. Por encima de títulos y adjetivos, José María Morelos y Pavón es considerado el fundador de México.
Una sola vez vistió el traje militar de Generalísimo con el cual le hicieron el retrato al óleo más famoso y de autor anónimo –después de la toma de Oaxaca–. Siendo sacerdote tuvo tres hijos.
Pudo haber sido el Primer Presidente de la República de Anáhuac, designación oficial con la que fue nombrado México en sus Sentimientos de la Nación, considerada como la primera Constitución de la Nación Mexicana. El Congreso de Chilpancingo lo nombró Capitán General de los Ejércitos de América, pero, al rechazar la designación de Alteza Serenísima, se autonombró Siervo de la Nación.
Pero por encima de títulos y adjetivos, José María Morelos y Pavón es considerado el fundador de México.
En 1981, el escritor, periodista y dramaturgo Vicente Leñero escribió el guión de “El Martirio de Morelos”, en el cual lo describe en su condición humana como un hombre enfrentado a la muerte segura y como católico ante el riesgo de perder la vida eterna al ser excomulgado, capaz de traicionar al movimiento independentista, forzado por la maquinaria militar, eclesial y virreinal echada a andar por Félix María Calleja, su acérrimo enemigo, primero comandante de las fuerzas realistas y después virrey. Leñero recreó una parte de los últimos días de Morelos, el martirio que sufrió desde que lo apresan hasta que lo asesinan, los tres juicios a que fue sometido, el militar, civil y eclesial.
Tras años de leer y comparar las actas del juicio y el supuesto “Manifiesto”, un grupo de historiadores llegó a la conclusión de que se elaboró un documento apócrifo y fue hecho firmar al reo acusado de “hereje” contra la iglesia y traidor al rey Fernando VII. El análisis comparativo de los documentos escritos por Morelos y esa supuesta retractación concluye que la redacción no corresponde ni al estilo ni al pensamiento del caudillo.
De las cinco acciones que realizó Morelos en el lustro de 1810 a 1815, una veintena pusieron en jaque al sistema virreinal. Por ejemplo, al tomar el puerto de Acapulco y el fuerte de San Diego, en 1813, Morelos incauta las remesas de oro y plata provenientes de los minerales de Taxco, El Oro y Tlalpujahua hacia España vía Las Filipinas. Despojar de esa riqueza a la ávida Corona Español en constante guerra contra Europa era suficiente motivo del odio de las jerarquías religiosas, militares y virreinales.
Entre las tomas de ciudades principales de estas campañas, sobresalen la de Tenancingo, el 22 de enero de 1812, y el Sitio de Cuautla, de febrero a mayo de ese mismo año, donde Morelos prácticamente pasó por encima de los españoles dejando en ridículo a Calleja.
La trayectoria militar de José María Morelos lo colocó en el centro del movimiento por la Independencia, pero no fueron sus batallas, sino sus argumentos ideológicos a favor de la revolución insurgente los que lo situaron como fundador de la Patria. El 5 de noviembre de 1815, Morelos fue apresado en Temalaca, Puebla, por las tropas españolas al mando del coronel Manuel de la Concha. Situadas en el municipio guerrerense de Atenango del Río, durante la marcha del Congreso hacia Tehuacán las tropas realistas supieron del desplazamiento de los insurgentes a Tehuacán. De inmediato, al amanecer Manuel de la Concha salió de la guarnición junto con una brigada de 500 hombres. Pocas horas después lograron alcanzar a las fuerzas insurgentes comandadas por Morelos, quien iba al centro, y Bravo en la retaguardia. El Congreso, que viajaba con ellos, logró evadir la captura realista gracias a los esfuerzos de las tropas de Bravo. Morelos intentó salvar la vida de uno de sus soldados y en ese momento fue aprehendido por diez soldados realistas. En México la noticia se supo el 9 de noviembre, y se mandó celebrar con un Te Deum oficiado por el arzobispo Pedro de Fonte. A pesar de que la ley y el derecho canónico permitían ejecutar a los eclesiásticos sorprendidos con las armas en la mano, Calleja, la Inquisición española y el gobierno vieron en su captura la posibilidad de juzgar y castigar a toda la insurgencia. Manuel de la Concha pidió que el juicio se realizara en Puebla y Calleja ordenó que fuera en la Ciudad de México. Morelos llegó a la metrópoli el 13 de noviembre de 1815. Pero antes, los días 14 y 15 de ese mes, el jefe insurgente estuvo preso en el Palacio de Cortés de Cuernavaca, hoy Museo Cuauhnáhuac. La celda que ocupó hoy es una de las salas del mismo… (Me leen mañana).