En Cuernavaca el comercio ambulante es una consecuencia del neoliberalismo que nació en los inicios de los ochenta, cuando arrancaron los gobiernos neoliberales con Miguel de la Madrid. Los primeros ambulantes se instalaron en la calle Guerrero, crecieron hasta sumar docenas y a fines de los noventa hacerse necesaria la construcción del pasaje Lido, para reubicarlos. Pero el problema no terminó entonces, se extendió a otras calles del centro histórico, primero fue tomado el jardín Juárez y luego la Plaza de Armas por nuevos ambulantes, los mismos y parientes de los pioneros. Pasaron años sin que autoridad alguna bocetara siquiera una solución… y hoy que el actual alcalde Antonio Villalobos intentó el proyecto del parque Melchor Ocampo, falsos o verdaderos ambientalistas se desgarraron las vestiduras, sin conocer a detalle el proyecto se inmolaron, protagónicos o no pusieron el grito en el cielo. Claramente, algunos se evidenciaron como voceros pagados por la caterva de políticos fuereños opuestos al “Lobito, son o se dicen de Cuernavaca pero por intereses económicos se pusieron al lado de los foráneos y atacaron al edil que sí es cuernavacense… MARATÓNICO el “puente” por el 109 aniversario de la Revolución Mexicana que arrancará del siguiente lunes en ocho, la historia empezó más o menos cuando se efectuaron las elecciones de 1910, Francisco I. Madero fue encarcelado y Porfirio Díaz declarado vencedor. Liberado Madero, emigró a Texas y poco después se reunió con Aquiles Serdán que a fines de octubre regresó a Puebla con la encomienda de liderar la rebelión anti reeleccionista en su ciudad natal. El 17 de noviembre, el gobernador poblano recibió informes de que Madero había llamado a sus seguidores para que iniciaran la revuelta, el día 20, así que ordenó que a la mañana siguiente se realizara un nuevo cateo para detener a los Serdán. Ese mismo día Aquiles Serdán reunió a sus seguidores y propuso adelantarse a la fecha establecida. En la mañana del 18 de noviembre, cuatro policías al mando del coronel Miguel Cabrera efectuaron un cateo en la casa de los Serdán. Aquiles, al abrir la puerta de la casa y ver que era Miguel Cabera con la policía, le disparó matándolo; los rebeldes ocultos en la casa mataron al sargento Vicente Murrieta y capturaron al mayor Modesto Fregoso. Los policías presentes en el cateo, Blas López y Manuel Barroso, lograron salir con vida y dieron aviso al cuartel. Mientras llegaba el resto de la policía, los rebeldes se organizaron en el interior de la casa. Al mando de Máximo Serdán se apostaron en la azotea, mientras que las mujeres de la familia Serdán y Aquiles se apertrecharon en la planta baja. La batalla entre los policías y los rebeldes conspiradores duró cuatro horas y media, al término de la cual habían muerto Máximo Serdán y todos los conjurados que estaban en la azotea. Alrededor de las doce de ese 18 de noviembre y antes de que la tropa entrara a la planta baja para buscar a Aquiles, éste se escondió en un agujero del piso de su recámara que, formado por la remoción de las tablas, habían usado para ocultar armas. Su esposa Filomena del Valle le ayudó a ocultarse colocando las tablas del piso en su lugar. Ahí estuvo catorce horas, en tanto las mujeres eran aprehendidas. Unos veinte soldados se quedaron en la vivienda. Al dar las diez escucharon unos ruidos cerca del comedor que los alertaron. Estando al mando de la tropa, Porfirio Gómez y Francisco Lozano relataron la muerte de Aquiles. Contaron que alrededor de las dos de la mañana escucharon varios disparos provenientes del comedor, y que al llegar a ese sitio había nueve policías contemplando a un hombre muerto en la entrada de la estancia. Había intentado escapar a escondidas. Una vez encendidas las luces, se dieron cuenta de que el muerto era Aquiles Serdán. Dieron aviso a Joaquín Pita, el jefe político de la ciudad, quien ordenó que el cadáver fuera llevado a la penitenciaría de la ciudad. Ante la repetición del fraude para imponer a Porfirio Díaz en la Presidencia, agrupados en el club antirreeleccionista “Patricio Leyva” los jefes de los pueblos de Cuautla y Cuernavaca se organizaron durante los últimos días de diciembre para proseguir, ya no sólo las manifestaciones de protesta contra el régimen porfirista, también acciones de sabotaje. De cara a las noticias del asesinato de los Serdán y Puebla y el activismo de Madero, el 11 de marzo de 1911 Pablo Torres Burgos, Rafael Merino y Emiliano Zapata se amotinaron con gente de las comunidades de los alrededores de Villa de Ayala, desarmaron a la policía del pueblo y se leyó el Plan de San Luis Potosí en el kiosco de Villa de Ayala. Estalló así la revolución maderista en Morelos… (Me leen el lunes).

 

José Manuel Pérez Durán
jmperezduran@hotmail.com 

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp