A septiembre le llamaban “septihambre”, porque aún no había cosechas de maíz, frijol, caña, etc. Los terremotos de 1985 y 2017 le dieron el sinónimo de “septiembla”. Y hoy, las inundaciones le están confirmando el sambenito de calamitoso. En Yautepec, se desbordó la barranca de Apanquetzalco, anegó parcialmente diez colonias, cerró el vado de Oacalco y el agua les llegó a los aparejos en el Puente de la Batea. En Jiutepec, inundadas en horas de la víspera del fin de semana tres calles de la colonia Vicente Guerrero, el alcalde Rafel Reyes acudió con prontitud, transmitió un video con el agua hasta las rodillas pero no para la típica foto de redes sociales, sino para ordenar que de inmediato fuera bombeada el agua y levantado un censo de familias afectadas. Otros puntos del estado y otros días de septiembre registraron perjuicios materiales y afortunadamente pocos daños humanos. Por desgracia no se puede decir lo mismo de Tula (Hidalgo), donde la madrugada de este sábado fueron desalojados 80 vecinos ante el riesgo de que sus casas quedaran nuevamente cubiertas de agua, después de que el miércoles antepasado el desbordamiento del río Tula dejó 17 muertos, incluidos pacientes con respiración asistida que no recibieron oxígeno por fallas eléctricas en el hospital del IMSS. También en el centro del país, el gobierno del estado de México y la presidencia municipal de Tlalnepantla iniciaron el levantamiento de un censo para apoyar a vecinos afectados por el desprendimiento del cerro del Chiquihuite que dejó un saldo preliminar de dos personas muertas, dos desaparecidas y 141 casas para desalojar. Pero en el catálogo de infortunios las viviendas apachurradas no son todo. Seiscientos kilómetros al norte, el sábado se desbordó la presa San Aparicio en la comunidad Monte Grande del municipio Genaro Codina, Zacatecas, donde más de 8 mil personas sufrieron pérdidas severas… POLÍTICO y escritor, Francisco Javier Arenas fue diputado y procurador general de justicia de Morelos en el sexenio 1964-70 del gobernador Emilio Riva Palacio Morales. Migrado a la capital nayarita en 1979 para hacerse cargo de la delegación del ISSSTE y luego nombrado delegado de la Sedue, a pocos días de haber renunciado a este cargo Javier le dijo a su esposa Alicia: “No sé si llegaré al Principado o a otro hotel”. Era el mediodía del 18 de septiembre y estaba en el aeropuerto de Vallarta, llevado por Alicia de Tepic en donde vivían hacía seis años. Así que voló al Distrito Federal para desayunar el día siguiente con su amigo Marcelo Javelly Girard, quien recientemente había renunciado al puesto de secretario de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue). Comentó que si le daba tiempo vendría a Cuernavaca para visitar a su mamá en la avenida Matamoros, donde tenía una fonda, saludar a sus amigos en algún café del centro y por la noche regresar al D.F. Hombre de hábitos, Javier tenía la costumbre de alojarse en hotel El Principado y aquella vez no la rompió. Eso lo sabía, pero no que tenía una cita fatal que cumpliría puntalmente. No vino a Cuernavaca, sus amigos no lo vimos. El 19 debió levantarse temprano, por ahí de las seis, pero apenas terminó de bañarse y comenzado a vestir el hotel colapsó; sus muros sepultaron a huéspedes y empleados. La tierra estaba sacudiéndose por un sismo de 8.1 grados que segaba vidas, destruía edificios, causaba susto, dolor y llanto… Treinta y dos años más tarde, el epicentro del sismo del 19 de septiembre de 2017 fue en Axochiapan, Morelos… (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán jmperezduran@hotmail.com 

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