Sin entrar en detalles, hay que recordar que los primeros militantes de la izquierda en México, con un programa de acción vertebrado, fueron los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, fundadores del periódico “Regeneración” y del Partido Liberal Mexicano, influenciados por socialistas rusos y alemanes. Junto con los hermanos y hermanas de Aquiles Serdán, en Puebla, antes que Francisco I. Madero los oaxaqueños Ricardo y Enrique son considerados como los precursores de la Revolución Mexicana.
Terminada la fase “bronca” de la Revolución, entre los años ‘20 y ’30 el Partido Comunista de México contaba entre sus filas al muralista Diego Rivera y a su mujer, la pintora Frida Kahlo, aun cuando la expulsión del primero fue uno de aquellos quebrantos. La izquierda se distinguió en lo que luego se llamarían “tribus” o corrientes ideológicas de prosélitos adoradores de su santo patrono político. Entonces había seguidores de León Trostsky (asesinado en Coyoacán por instancias de Stalin), o sea, troskistas; los marxistas-leninistas, seguidores de otros teóricos y activistas del comunismo del líder chino Mao Tse Tung, los maoístas, en un largo etcétera de células comunistoides, es decir, las abuelas de las tribus pero sin la tendencia “rojilla” que finiquitó con la caída del Muro de Berlín y el cese de la Guerra Fría.
La izquierda conocida eran Vicente Lombardo Toledano, fundador y dirigente del Partido Popular Socialista; Manuel Terrazas, segundo en jefe del Partido Comunista Mexicano; Carlos Sánchez Cárdenas, dirigente del Partido Obrero-Campesino Mexicano; José Revueltas, catedrático de la UNAM y líder del movimiento del ’68 preso en Lecumberri, y Eduardo Lizalde, dirigentes de la Liga Leninista Espartaco. Estaban también dirigentes del Consejo Nacional Ferrocarrilero, Movimiento de Liberación Nacional y el escritor Carlos Fuentes.
Los analistas de la izquierda mexicana coinciden en adjudicar tres causas principales a las constantes rupturas y diferencias entre sus integrantes. La lista no se agota con éstas, pero son las consideradas “representativas” de la pulverización del espectro izquierdista, desde sus orígenes a la fecha.
Un breve recuento de acontecimientos que de alguna u otra forma tuvieron una repercusión política importante en la vida del país da cuenta de la falta de relación con los mismos de los partidos políticos de izquierda, principalmente el PRD. La escasa presencia e influencia de la izquierda partidista en el movimiento sindical mexicano, por ejemplo, refiere esta situación. Las viejas disputas y “purgas” en el interior de las organizaciones de la izquierda nacional, la obstaculización de algunas de sus fracciones e individuos por los grupos de poder económico y político y, sobre todo, las traiciones a los idearios izquierdistas y libertarios emanados del siglo XX han dado al traste con cualquier intento de unificación de la izquierda a escala nacional.
Salvo el de Andrés Manuel López Obrador que logró una amplia base social en casi todo México, los movimientos de la izquierda se identifican por su falta de contacto real con la gente y sus carencias... (Me leen después).

Por: José Manuel Pérez Durán

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