Mientras de uno a otro bando los golpes bajos y las patadas se dan debajo y por encima de la mesa, los electores se debaten entre ir o no ir a las urnas, anular el voto o sufragar por los candidatos de su predilección. Cuesta escoger.

Contados son los candidatos y las candidatas de auténtica trayectoria social y política que pueden demostrar congruencia, persistencia y prestigio ganado a base de auténtico servicio público.

Cualquiera que sea la decisión respecto al dilema de sufragar o militar en el partido abstencionista o en el anulista, es necesario argumentar las tres opciones.

Decían los politólogos que había dos tipos de abstención. ¿Las hay aún? Una conocida como “activa” y la otra de tipo “pasiva”. La segunda, también conocida como “sociológica”, es aquella provocada por la propia falta de interés en la política en general o un proceso electoral concreto, como podría ser el del próximo domingo 2 de junio. La abstención pasiva es también derivada del aislamiento geográfico o social del votante.

La abstención activa o ideológica es considerada como un acto político de repudio a la legitimidad del sistema político. En este último caso, en ocasiones se considera como abstencionistas también a los votantes que emiten voto en blanco o nulo. Sucede especialmente cuando desde una formación política o un sector social se propugna la no participación en una consulta popular como una postura política de protesta, incluso solicitando realizar para ello el llamado “voto nulo”.

De las dos definiciones queda claro que la segunda aplica para aquellos votantes decepcionados, por ejemplo, cuando en 2012 regresó el PRI a Los Pinos y Peña Nieto resultó una mezcla de Fox y Calderón al cuadrado. El abstencionismo de castigo puede ser también atribuido a los ingresos estratosféricos de los consejeros del Instituto Nacional Electoral, “paleros de lujo” y personeros a sueldo de las respectivas fuerzas políticas.

De regreso al tema, la abstención del primer tipo, la activa o abstención política, es uno de los posibles posicionamientos o posturas políticas ante una consulta popular. Consiste en la renuncia a ejercer el derecho al voto en vez de optar por las opciones que suponen la participación en la consulta: el voto afirmativo o negativo, en el caso de un referéndum o el voto por una u otra de las candidaturas en el caso de unas elecciones. A veces también se preconizan otras posibilidades de utilización del voto que pueden incluirse en esta abstención activa: el voto en blanco o el voto nulo; este último no se contabiliza como voto válido, pero implica, como el blanco, acudir al acto de la votación. La abstención activa, como ya vimos en el caso del pobre desempeño de peña Nieto y del costosísimo INE; se entiende como una postura de protesta, ya sea frente a una elección en particular, el sistema político en general o una situación de falta de garantías democráticas. La abstención tiene mayor significación política en los sistemas en que el voto es obligatorio, como en México.

El voto en blanco plantea ir a votar, pero no elegir ninguno de los partidos que se presentan a las elecciones. Aunque muchas personas eligen el voto en blanco, el sufragio cuenta para todos los efectos en el reparto de curules en la Cámara de Diputados, ya que los escaños se distribuyen entre los partidos en función del total de votos emitidos. Perjudica a los partidos minoritarios que no van en alianza con los “grandotes”. Los votos nulos también se contabilizan, pero se emiten y se anulan por llegar a la mesa defectuosos, con tachones, rasgado, más de un partido señalado, con dibujos o recordatorios familiares, como ya anotamos, en mal estado. El voto nulo no favorece a ningún grupo; mientras que voto en blanco condena a los minoritarios, el voto nulo se diferencia por no sumarse a ningún partido ni al total de votos emitidos, por lo cual no favorecen ni perjudican a un partido en concreto….

EL OBISPO de la Diócesis de Cuernavaca y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Ramón Castro Castro, calificó de “desafortunadas” las aseveraciones del secretario de Seguridad de Morelos, José Antonio Ortiz Guarneros. Aseguró que Guarneros “ha hecho declaraciones que no le corresponden”. Se refirió a que el funcionario del gobierno morelense negó que el obispo emérito de Chilpancingo y Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, fue víctima de un secuestro exprés, sino que en realidad estuvo en un motel con otro hombre. Rangel no ha declarado a la prensa. De acuerdo a diversas publicaciones periodísticas, en el examen toxicológico practicado a Salvador Rangel se habrían hallado restos de benzodiacepinas y cocaína. ¿A quién le cree el lector?… (Me leen mañana).

Las opiniones vertidas en este espacio son exclusiva responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la política editorial de Grupo Diario de Morelos.

Cumple los criterios de The Trust Project

Saber más

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Sigue el canal de Diario De Morelos en WhatsApp