La publicación de la convocatoria de Morena, ayer, coincidió con las efemérides de los sismos de los 19 de septiembres de 1985 y 2017. Cabe la analogía de que políticamente está temblado. Vayamos al grano. La o los aspirantes a la candidatura de Morena para gobernador de Morelos deberán tener una residencia en la propia entidad morelense de al menos doce años anteriores a la elección de junio de 2024. O sea, haber vivido en el estado de Morelos a partir del año 2012. Ello deja automáticamente fuera de la contienda a Ulises Bravo Molina, medio hermano del actual gobernador, Cuauhtémoc Blanco Bravo, a quien en cambio, siendo nativo de la Ciudad de México, le está permitido contender por la jefatura del gobierno de la capital. Sobre este punto, se anunció que ayer Cuauhtémoc se reuniría con el presidente de Morena, Mario Delgado. Horas antes, el partido guinda publicó su convocatoria para los registros de los aspirantes a las gubernaturas de la Ciudad de México, así como los estados de Morelos, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. En el caso de Morelos, uno de los requisitos es haber residido aquí doce años de manera permanente antes de las elecciones de junio de 2024. La convocatoria prohíbe el uso de anuncios espectaculares y bardas que promueven a los aspirantes, de los cuales se cuentan cientos en el Paso Exprés y en otros puntos visibles de ciudades y carreteras del interior del estado. De acuerdo a la Comisión de Elecciones, los registros de aspirantes a gobernador serán el 25 y el 26 de septiembre, el 27 y el 28 sesionará el Consejo Estatal que, ojo, se pronunciará por tres hombres y tres mujeres, y el 30 de octubre se publicarán las solicitudes aprobadas, o sean los nombres de la media docena de precandidatos y precandidatas que irán a las encuestas. ¿Quiénes? Seguramente Rabindranath Salazar Solorio y dos más de entre Juan Ángel Flores Bustamante, Rafael Reyes Reyes o Víctor Mercado Salgado, más tres mujeres de entre Lucía Meza Guzmán, Margarita González Saravia, Juanita Guerra, Brenda Espinosa y Sandra Anaya. Ya veremos, dijo un ciego… y no vio.
SEPTIEMBRE ha sido un mes bañado por la desgracia. Los sismos de 1985 y 2017 ocurrieron en días de 19 de septiembre, murieron docenas de miles de mexicanos y hasta hoy las pérdidas materiales resultan incuantificables. También en septiembre, pero en 2014, se registró uno por la mañana, nueve minutos antes del ocurrido el 19 del noveno mes de 1985. Tuvo una magnitud de 3.5 grados, ocurrió a las 7.12 y el epicentro a 23 kilómetros al oeste de Pinotepa Nacional, Oaxaca. Con el sismo de 2017, la naturaleza nos recordó el temblor del 85. Las cifras del gobierno de México de aquel entonces dejaron el saldo en seis o siete mil muertos y desaparecidos, pero al paso de los años y los reportes de desaparecidos llegó a la cantidad de diez mil fallecimientos. Otro cálculo aproximado fue que los daños alcanzaron la cifra de 400 mil millones de dólares por la destrucción que equivalió a una carga de mil toneladas de dinamita, según los expertos. Las personas rescatadas con vida de los escombros fueron aproximadamente cuatro mil; hubo gente que fue rescatada viva entre los derrumbes hasta diez días después de ocurrido el primer sismo. El número de estructuras destruidas en su totalidad fue de aproximadamente 30 mil, con daños parciales 68 mil… (Me leen mañana).
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