Para los padres de familia, estos días son de ajetreo, de ir y venir a papelerías, librerías y tiendas de uniformes. Como sea y de donde sea, el caso son los gastos por el inicio de clases. No se diga las inscripciones, reinscripciones y colegiaturas que para muchos son egresos aparte, pero no menos gravosos. El punto es el estudio y mejores perspectivas para las nuevas generaciones, aun cuando las cifras de desempleo y subempleo no estén precisamente al alza ni olvidadas las promesas de candidatos amnésicos. Para no adelantar pronósticos ni hacer prejuicios en el aire, limitamos esta entrega a darle un repaso a lecciones de la Historia en materia de educación. Mucha agua ha corrido por los ríos de México desde que el Plan Nacional de Educación sufrió el embate panista que pretendió privilegiar la educación privada y religiosa, intentando eliminar los pasajes de la historia patria no gratos a la derecha, como la historia antes de la llegada de los españoles, incluidas 117 faltas de ortografía e imprecisiones en los libros concesionados a los “cuates” por funcionarios. Al mencionado plan le pasa lo que a nuestra Constitución: es una de las más completas a nivel universal, pero también una de las más violadas. Para empezar por el principio, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se buscaba una educación para el campo a través de la escuela rural, en la cual están presentes la política educativa propuesta por José Vasconcelos, impulsor de la autonomía universitaria y creador de la frase “Por mi raza hablará el espíritu”, y una educación técnica que culminó con la fundación del Instituto Politécnico Nacional, de donde saldrían los técnicos para promover la industrialización del país. Por educación socialistacardenista se entendía ayudar a los campesinos a gestionar obras sociales para la comunidad, luchar por la formación de cooperativas de consumo, tramitar ante las autoridades correspondientes el establecimiento de ejidos, la enseñanza de varios tipos de actividades, pues la educación normal que se recibía comprendía la enseñanza de carpintería, ebanistería, sastrería, panadería, primeros auxilios, conservación de alimentos, apicultura, porcicultura, horticultura y otras más. Por educación socialista muchos maestros entendieron la lucha que habrían de dirigir contra los terratenientes y la fundación de ejido. Ahí fue donde “la puerca torció el rabo”, pues los primeros ricachones de la Revolución pusieron el grito en el cielo y poco tardaría en ser echada para atrás la tal denominación de “educación socialista”. Que no era mala, sino todo lo contrario, pretendida la integración de la mujer a la vida nacional dándole derechos políticos y económicos. La escuela empezó por lograr la igualdad entre hombres y mujeres, implantando la coeducación o escuelas mixtas que asustó a muchos padres; extirpar enfermedades y vicios de la sociedad mexicana, campaña contra la tuberculosis, parásitos, alcoholismo, juegos de azar y fanatismos; alfabetizar al pueblo, por lo que la lucha anticlerical pasó a un segundo plano que se combatió de manera indirecta a través de las orientaciones sociales y los fundamentos de la ciencia. Los libros gratuitos. Hacia 1944 un intelectual, a la sazón secretario de educación y joven abogado, señaló que el principio de la gratuidad de la educación previsto en la Constitución de 1917 simplemente no se cumplía, debido a que los libros eran caros y escasos. El intelectual era Jaime Torres Bodet, discípulo de José Vasconcelos, y el abogado, Adolfo López Mateos. Cuando el mexiquense llegó a la Presidencia de la República le pidió a un militar y escritor, Martín Luis Guzmán, que se hiciera cargo de crear los libros gratuitos para primaria. Nació así la Comisión Nacional de Libro de Texto Gratuito que con el paso de los años se convirtió en un órgano público descentralizado dependiente de la Secretaría de Educación Pública, cuyo objetivo era proporcionar libros de manera gratuita a los alumnos de educación básica de escuelas públicas. Creada el12 de febrero de 1959 por decreto del presidente López Mateos, ese año la dicha Comisión entregó los primeros ejemplares que correspondían a los cursos de primero a quinto grado de primaria, y el de sexto grado fue entregado un año después. En 1962, para la portada de los libros fue empleada la obra del pintor Jorge González Camarena, conocida como “La Patria”, al cabo un ícono de los libros educativos... Por estos días los niños cantan “Caminito de la escuela”, de Francisco Gabilondo Soler (6 de octubre de 1907-14 de diciembre de 1990), quien vivió en el centro de Cuernavaca: “Apurándose a llegar con sus libros bajo el brazo a su escuela”… (Me leen mañana).
