A un año de la elección del 1º de julio de 2018, las cosas no son como se pensó que se verían después de los comicios con mayor margen en la historia desde que las instituciones electorales se convirtieron en garantes de la legalidad y del voto; la elección de hace un año es la primera que da como resultado una hegemonía verdaderamente impresionante.
El triunfo contundente de la coalición Juntos Haremos Historia, que encabezó en ese momento el ahora Presidente Andrés Manuel López Obrador triunfó con más del 50% de los votos emitidos en el país, dejando no sólo atrás, sino desbaratando electoralmente a los tres grandes partidos políticos que tenían la hegemonía, dando como resultado que la coalición no nada más tiene mayoría simple en las cámaras de diputados y de senadores, sino que, además, con sus aliados está a unos pocos votos de alcanzar la calificada.
Así las cosas, parecía muy fácil el gobernar cuando se tiene una legitimidad sin precedente en la historia electoral del siglo XXI.
Se pensó que con esta hegemonía se gobernaría de manera singular, y así ha sido, a nivel federal el liderazgo del presidente comenzó con lo que muchos han llamado el gran error del régimen, que fue la cancelación del aeropuerto de la ciudad de México en Texcoco, pero al gobierno le sirvió para decir “aquí el que manda soy yo”.
La manera de gobernar ha cambiado, nadie lo puede negar, y se han cometido cosas extraordinarias, y desde luego errores y grandes aciertos; a un año del triunfo podemos decir que se empieza a gobernar a partir del 2 de julio, ya que el ex presidente Peña prácticamente se hizo a un lado para que se iniciara un nuevo régimen, el que, desde luego, tiene como meta cambiar las cosas.
Las declaraciones diarias del presidente electo, y su gira triunfal por todo el país, le permitieron recibir - quizá de mas- halagos impresionantes, cuando los gobernadores de todos los partidos se cuadraron y reconocieron al nuevo ejecutivo, quien con ideas específicas ha tratado de llevar al país hacia no sabemos dónde, al no existir un plan de desarrollo claro que todos podamos seguir.
Tan es así que, propiciado por el PAN, inventando un movimiento ciudadano, el día de ayer se llevó una marcha en muchos puntos del país en contra del régimen. Quiero ser muy claro, la mayoría de los participantes en la marcha, al menos en Morelos, no son gente de partido, porque aquí el PAN está deshecho, ya que la dirigencia y los pleitos internos han acabado con parte de lo que durante los últimos treinta años le dieron hegemonía, sino que son ciudadanos los marchistas que lo hacen por convicción realmente y porque no están de acuerdo con la manera de gobernar; y están en todo su derecho, pero la organización en su raíz es totalmente panista.
Como pudimos ver, estamos conscientes de que no son la mayoría y la molestia es que la economía del país se encuentra estacionada, diga el presidente lo que diga, y son muchos los que han cambiado su manera de ver las cosas y no están de acuerdo en que se gobierne desde una conferencia diaria y con consultas ilegales.
La popularidad del mandatario mexicano es más o menos del 64.5% a nivel nacional, que representa más de la mitad y, desde luego, una cifra que nunca se había visto en la historia reciente de México.
Siento que la polarización de los que están de acuerdo y los que no es cada vez más fuerte, y ésta el propio ejecutivo se ha encargado de alimentarla; es necesario que se reajusten las cosas y que la reconciliación nacional se dé; y si a ello le agregamos el estilo personal de gobernar, que es determinante en la relación, nos damos cuenta de las grandes diferencias con el pasado.
A un año del triunfo, la hegemonía del gobierno es de más de la mitad, como lo vimos ayer por la tarde en el Zócalo capitalino en una celebración con un lleno impresionante.
A nivel local, la cosa es similar, el ejecutivo ganó con más del 60% de los votos con la coalición Juntos haremos Historia, donde los tres partidos que la formaron crecieron, con excepción del PES, que a nivel nacional no alcanzó ni el poder conservar el registro.
La asimilación de ello, nos podemos dar cuenta, no ha sido sencilla, la hegemonía política en el país cambió y el aceptarlo ha sido para muchos de lo más difícil. Quizá la mayor preocupación está en que no vemos realmente claro; la situación económica está complicada y ya las calificadoras internacionales lo han señalado, pero a la luna de miel todavía le quedan varios meses. La realidad después del primer año será determinante para juzgar con claridad. ¿No cree usted?

Teodoro Lavín León
lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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