La educación en Morelos atraviesa un momento decisivo. Si bien el estado cuenta con una amplia tradición educativa —con instituciones de prestigio como la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y con un creciente número de planteles de educación básica y media—, los retos actuales muestran un panorama complejo que exige atención inmediata tanto de autoridades como de la sociedad.

Uno de los principales problemas que enfrenta la educación en Morelos es la desigualdad entre zonas urbanas y rurales. Mientras que en Cuernavaca, Jiutepec y Cuautla existen más oportunidades de acceso a planteles con infraestructura adecuada, en comunidades alejadas de la zona oriente o sur del estado las condiciones son mucho más precarias. Escuelas con techos de lámina, falta de mobiliario y carencia de servicios básicos como agua potable o internet son parte de la realidad cotidiana. De acuerdo con cifras recientes de la Secretaría de Educación Pública, al menos tres de cada diez escuelas en Morelos presentan deficiencias de infraestructura. Esto impacta directamente en la calidad del aprendizaje, pues los docentes deben ingeniárselas para trabajar en aulas improvisadas o sin los materiales adecuados.

Además, el tema de la conectividad digital se convirtió en un gran reto tras la pandemia de COVID-19. Aunque la emergencia sanitaria aceleró el uso de herramientas digitales, miles de estudiantes en Morelos tuvieron que enfrentar clases en línea sin contar con computadora o acceso estable a internet. Esto generó una brecha tecnológica que aún no se cierra y que afecta principalmente a niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad.

El magisterio morelense sigue siendo un pilar fundamental en el sostenimiento del sistema educativo. Sin embargo, los maestros enfrentan retos que van más allá de la enseñanza en el aula. En muchas comunidades, el maestro no sólo cumple con la función de educador, sino también de orientador, gestor y hasta mediador social. A pesar de esto, persisten las demandas por mejores condiciones laborales. La rotación de docentes en comunidades lejanas es un problema constante, ya que muchos maestros solicitan cambios de adscripción por lo complicado de las condiciones de trabajo. Esto provoca que los alumnos pierdan continuidad en su aprendizaje.

Otro factor que no puede dejarse de lado es la inseguridad. En Morelos, como en otros estados del país, el clima de violencia ha impactado también a los espacios educativos. Existen reportes de robos a escuelas, vandalismo y, en algunos casos, la presencia de narcomenudeo en las inmediaciones de los planteles. Esto genera un entorno de riesgo que afecta tanto a estudiantes como a maestros y padres de familia. La inseguridad ha provocado, incluso, que algunas escuelas reduzcan horarios o suspendan actividades extracurriculares, limitando la formación integral de los alumnos. La venta de droga a los pequeños alumnos en dulces y golosinas es un problema serio que atacar.

En el nivel medio superior y superior, la oferta ha crecido con la presencia de universidades tecnológicas y privadas, además de la UAEM. Sin embargo, uno de los grandes desafíos es la deserción escolar. Muchos jóvenes abandonan sus estudios debido a la falta de recursos económicos, la necesidad de incorporarse al mercado laboral o, en algunos casos, por embarazos adolescentes.

La UAEM, orgullo de Morelos, enfrenta desde hace años una crisis financiera que ha puesto en riesgo su estabilidad. A pesar de ello, sigue siendo la principal institución de educación superior en el estado, con programas de investigación reconocidos a nivel nacional. El campus universitario tiene el problema de estar rodeado de bares donde la venta de droga se da de manera descarada, donde la delincuencia organizada engancha a muchos de los estudiantes.

Pero no todo es negativo. La sociedad morelense ha mostrado capacidad de organización en torno a la educación. Asociaciones civiles, colectivos de padres de familia y autoridades municipales han colaborado para rehabilitar escuelas, gestionar becas y crear espacios de apoyo para los estudiantes. Un ejemplo claro son los programas comunitarios de bibliotecas móviles y los talleres de lectura en plazas públicas, que buscan acercar la cultura a niños y jóvenes en zonas con pocos recursos.

La situación de la educación en Morelos exige una mirada integral. No basta con inaugurar más escuelas si no se garantiza su equipamiento ni la seguridad de sus estudiantes. Tampoco se puede pensar en calidad educativa si persisten las desigualdades entre regiones, y si miles de alumnos siguen sin acceso a las nuevas tecnologías.

Los retos son grandes, pero también existen oportunidades. Morelos cuenta con una población joven que, con el impulso adecuado, puede convertirse en motor de desarrollo. La clave está en garantizar condiciones dignas para aprender y enseñar, fortalecer la infraestructura y cerrar las brechas de desigualdad.

La educación, como suele decirse, es la mejor inversión para el futuro. En Morelos, apostar por ella no sólo es una necesidad, sino la única vía para enfrentar los problemas sociales y económicos que aquejan al estado. ¿No cree usted?

En otro tema, se iniciaron las celebraciones del día del maíz en uno de los municipios de la entidad, a través de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario (Sedagro), que realizará un programa de actividades para celebrar este grano pilar de la cultura, la identidad y la alimentación en el país. 

En coordinación con la Representación de Agricultura en Morelos y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), el 29 de septiembre, Día Nacional del Maíz, la Secretaria de Desarrollo Agropecuario, Margarita Galeana Torres, encabezó la primera de cinco develaciones de placas en reconocimiento a restaurantes que compran maíz nativo directamente a productoras y productores morelenses, y que ofrecen a sus clientes alimentos elaborados con cereales originarios del estado, todo en coordinación con la Canirac que lidera Karla García Olguín. Con esta acción se reafirma el compromiso del gobierno estatal de apoyar a quienes cultivan y preservan las variedades nativas, impulsando a la vez el consumo y la valoración del maíz como patrimonio biocultural.

Durante la develación de la placa al restaurante “La Jicotera”, en el municipio de Huitzilac, Galeana Torres, junto con Karla García Olguín, invitaron a sumarse a esta gran alianza para comprar maíz directamente a los productores y pagarles un precio justo, en reciprocidad por el esfuerzo que realizan. Buen inicio, felicidades.

Y el día 18 empieza la temporada de ópera desde el MET de New York, aquí en el recinto del Centro Cultural Teopanzolco. Invita “Amigos de la Música”. No se la pierda.

 

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