Después de los malos resultados que los organismos electorales locales dieron en la última elección, uno de los temas en discusión es si son necesarios o todo se lo dejan al Instituto Nacional Electoral.
Siendo realistas, no es por defender al Impepac -que hizo bastante mal papel, aunque desde luego, no tendrá problemas porque fue una elección donde se impuso el poder de muchas formas-, pues las grandes irregularidades ya existían y las impugnaciones, pienso yo, no podrán prosperar. Si alguien ha tenido qué ver con sus resultados ha sido el Presidente de la República. Miren, así es de fácil, hoy mi sobrina me decía que sus amigos venezolanos ya tienen credencial para votar y votaron, no es una irregularidad sencilla sobre el padrón y su realización; pero aquí, en cambio, hay muchas sospechas, ya que la cadena de custodia se rompió y terminaron llevando los paquetes los técnicos de las instituciones electorales o los ciudadanos que se acomidieron, y en algunas ocasiones los representantes de los partidos políticos que sólo debieron observar el proceso, pero no realizarlo sin los funcionarios de casilla.
Pero en esta ocasión los que más me preocupan son los organismos locales, siempre he sido un crítico de que los consejeros estatales sean nombrados por el Consejo General del INE, lo que ha ido degenerando en que los institutos locales se conviertan sólo en servidores de las responsabilidades que les dejen los funcionarios del INE, que con mucho más preparación por el sistema de profesionalización a que están obligados en el Instituto Nacional Electoral, que los hace estar al día en las modificaciones y todo lo que tiene que ver en los procesos electorales. Les puedo asegurar que cualquier miembro del servicio profesional electoral sabe más de procesos electorales, sobre todo si ya tiene varios años más que la consejera presidenta y los consejeros del consejo general y muchos funcionarios nuevos de la institución que nació como un nuevo organismo con la encomienda de ser una maravillosa manera de marcar el camino correcto en la democracia en México, pues fue creado para ello, pero que ha venido degenerándose gracias a la partidocracia que ahora va camino a regresarnos a los años ochentas de un partido de Estado hegemónico donde el Estado controlaba las elecciones.
El principal problema es que en el consejo general, los consejeros no conocen las realidades estatales y nombran a quien tiene influencia sobre ellos, o mandan a los empleados que ya no les sirven, y por ello han perdido eficacia después de que tan buenos resultados dieron en 1997, 2002 y 2003, los que desde luego han venido perdiendo con el paso del tiempo. Para quitar a la presidenta de Morelos se tardó el consejo general tres años después de la falta, quitó a todos los consejeros y a los dos meses éstos le ganaron el pleito y los tuvieron que reinstalar a pesar de lo malos que son; acuérdense que desde hace mucho les he contado que hay uno que se robaba hasta los garrafones de agua de la institución para llevárselos a su casa, como si hubiera ganado muy poquito. Imagínense como están de enterados, así que las irregularidades continuarán si no se modifican las figuras y se regresa a que sean los congresos locales quienes los nombren con todo y sus defectos, pues al menos saben de qué lado está cada uno de ellos. ¿No cree usted?
En otro asunto, “Radio pasillo” informa que Juan Salgado Brito va a la Secretaría General, Mirna Zavala a la Secretaria de Hacienda, Hugo Bello Subsecretario de Gobierno y Víctor Sánchez será Secretario de Desarrollo Económico. Todos morelenses, si es cierto lo que se dice, porque son puros supuestos.
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Prueba de que hay algo turbio es que el INE está diciendo que se cierra el proceso electoral. Después de 16 años de trabajar en procesos electorales, yo sé que el proceso electoral tiene tres etapas: la preparación de la elección, la jornada electoral y la etapa jurisdiccional que aún está a medio camino, así que no entiendo la prisa por cerrar el proceso.
Por eso me preocupa el destino de las instituciones locales, la presidenta del INE ya las defendió con su simpleza y falta de profesionalismo que le brota por todos lados, pero aquí lo importante es que a la mayoría en el Congreso no se le vaya a ocurrir que hay que desparecerlos, porque, como son tan ignorantes y sobre todo tan controlados por el ejecutivo federal les guste o no, le darían la razón.