CORRUPCIÓN es, definitivamente, la razón primordial de la caída del puente ribereño en el que se accidentó el Presidente Municipal junto con su esposa y varios de los regidores, compañeros periodistas y funcionarios públicos.
Todos conocemos que la manera más fácil de robar es la obra pública, porque se hace dinero con el pretexto de la construcción de una obra, manejando mañosamente los recursos para que varias personas privilegiadas por el gobierno se queden con una tajada del “pastel”. Sólo hay que ver las obras realizadas por el gobierno de Grákula, el cual se las entregó a sus consuegros, a los amigos de sus hijitos y a todo aquel que le repartió un porcentaje alto del costo de la obra. Todos conocemos que en el sexenio anterior, antes de hacer la obra, tenías que pasar a dejar el porcentaje a la calle de Amacuzac en Vista Hermosa, y el pasado domingo la nueva administración municipal tuvo que rehacer el pedazo de la Calle de Matamoros, que ya se había hundido por lo mal construida y en la que se gastaron millones de pesos de todos los morelenses.
La administración anterior de Graco Ramírez utilizó la construcción de obras públicas para hacerse del dinero que nunca tuvieron antes él y su familia, si bien él siempre cobró en los gobiernos priistas por infiltrarse en los movimientos de la supuesta izquierda e informar al gobierno en turno, hay que buscar en los archivos del gobierno estatal y ahí se puede ver los años que tenía cobrando.
Pero, desde luego, eso no era suficiente y llegando al poder él y los suyos se dedicaron a hacer obras de mala calidad para hacerse de recurso en un alto porcentaje que se cobraba a las constructoras, las que, obviamente, también son corruptas por hacer trabajos de pésima calidad para el gobierno estatal que eran cobrados como si fueran de óptima calidad.
Un ejemplo claro es esta obra del puente colgante que colapsó ayer y que pudo ser una verdadera tragedia.
Ni duda cabe de que es el resultado de un gobierno corrupto, el cual se blindó de manera importante al saber que no sería muy sencillo que la ciudadanía se diera cuenta de la calidad de sus trabajos. Esta obra es resultado de la corrupción del sexenio de Graco Ramirez y con esto quedó confirmado que fue realizada por el gobierno del estado durante esa administración, en la cual, como lo ha señalado el gobernador Cuauhtemoc Blanco, la corrupción fue la divisa de la misma. La Secretaría de Desarrollo Económico del gobierno estatal informó que el Paseo Ribereño recibió 3.4 millones de pesos del Fondo de Competitividad y Promoción del Empleo, recursos que se destinaron a la recuperación de la zona durante la administración de Antonio Villalobos; este dinero, empero, fue destinado a una zona distinta a la que ayer fue escenario de los hechos. Un documento del ayuntamiento señala que la administración municipal 2019-2021 pagó 2´937,035.84 pesos por un dictamen técnico en la zona donde ayer ocurrió el siniestro.
Al hablar del percance hay muchas opiniones, hay quienes señalan que son especialistas y afirman que el accidente deriva de la falta de señalización; otros dicen que la obra tiene vicios de origen, como el hecho de que “no hay unión estructural entre las cadenas atirantadas y el cable que corre por debajo de las tablas del piso, que muestra una especie de endebles puntas blancas rotas; pero jamás se ven grapas, pernos o anclajes de acero derivados de un cálculo estructural”.
Pero la única verdad es que es el resultado de los gobiernos corruptos que hemos vivido los morelenses. Si bien en México la corrupción es parte del gobierno desde décadas atrás y continúa siéndolo, también es cierto que tuvimos en el trienio anterior al alcalde más corrupto de la historia de Morelos y, aunque haya quien lo solapara, es totalmente claro que llegó con una mano atrás y otra adelante, y no sólo no realizó ni la mínima obra, sino que habría que ver qué regidor supervisó dicha construcción, porque el ex alcalde y quienes supervisaron la obra son corresponsables del accidente.
Estamos ante un ejemplo grave del resultado de que no funcione, como lo ha planteado la sociedad civil a los diputados de esta legislatura, la Auditoria Superior, a la que sólo le cambian nombre pero la utilizan como moneda de cambio entre partidos, diputados, presidentes municipales y gobiernos estatales. Mientras no exista supervisión de lo que se hace o se construye, la corrupción seguirá aunque en el discurso oficial se diga lo contrario. Es a los partidos a los que les echamos la culpa, y la tienen por ser parte al permitir que sus representantes no sean unos verdaderos representantes de la ciudadanía, sino que sólo respondan a las conveniencias de sus líderes.
Este accidente que dejó golpeado al alcalde cuernavacense, y en mal estado a su esposa la Presidenta del DIF municipal, a varios regidores y funcionarios que esperamos pronto se recuperen, tiene que ser un parteaguas para cambiar las cosas; hay que buscar a los responsables, quienes dirigían al Ayuntamiento. No entiendo por qué el ex alcalde no está en la cárcel después de que todos sabemos lo que se robó él con su familia, y quien autorizó la obra, el que la supervisó y, desde luego, quien la construyó.
Mi solidaridad con el alcalde Jose Luis Urióstegui y su esposa así como con los regidores y funcionarios esperemos que pronto se recuperen totalmente.
Esperemos se tomen, verdaderamente, cartas en el asunto, porque lo sucedido puede ser ejemplo, una vez más, de lo que hace el negocio de la corrupción. Acordémonos del Paso Express, y su socavón, o veamos el estadio de Zacatepec que se inunda y carece de estacionamiento, pero costó por metro cuadrado más que el Estadio Azteca; la corrupción la tenemos enfrente. Señores diputados, o modifican el funcionamiento de la ESAF para que realmente funcione o serán también cómplices de la corrupción. ¿No cree usted?

Por: Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com
 

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