Lo que se ha vuelto como un camino al cadalso es tener la necesidad de llegar a urgencias del IMSS; además de las colas para que te presten atención, el despotismo de quienes te reciben es verdaderamente glacial.
Pienso que no es fácil recibir a gente que viene asustada y desesperada, porque para cada uno su familiar es el más importante, y todos quisiéramos que se nos atendiera de inmediato, y la sobre carga que tienen los empleados y personal médico es real, pero no puede ser que sean tan déspotas y tan agresivos con los enfermos.
La profesión de Hipócrates es una profesión de servicio a los demás y así lo señala el protocolo que tienen los médicos que jurar antes de recibirse; pero, como ahora lo importante es hacer dinero, se les olvida a muchos -no a todos- el juramento hipocrático.
El Seguro Social es una institución extraordinaria, uno de los grandes logros de las administraciones pasadas pero, desde luego, da servicio fundamental a la comunidad trabajadora que a través de sus cuotas lo mantiene, por lo que no se justifica de ninguna manera que el personal que no está mal pagado y que tiene todas las prestaciones trate mal a los derechohabientes.
Me cuenta un colaborador: “Llegamos a las diez de la noche, asustados porque mi madre tuvo un cuadro de asma y tuvimos que esperar más de tres horas para que la atendieran; por fin la pasaron y, mientras la atendían, nos tuvieron parados sin poder hacer nada, pues el médico siempre estaba ocupado. La señorita de la recepción nos regañó varias veces mandándonos que nos sentáramos, sin que hubiera dónde; pero además no te informan nada mientras el paciente está adentro y uno tiene que adivinar. Ahí estuvimos más de tres horas para que nos dijeran que teníamos que ir a comprar tal medicina que no había en existencia; de inmediato fuimos, regresamos y esperamos 25 minutos para que nos la recibieran. Más adelante se llevaron a nuestra madre y, sin que nada pudiéramos hacer, esperamos otra hora a que nos dieran una receta y nos dijeron que nos la podíamos llevar a casa, con varias recomendaciones para su cuidado. Eran las dos treinta de la mañana y teníamos toda la noche sin dormir. Cuando le preguntamos a nuestra madre, nos dijo que estuvo esperando a que la pasaran, y cuando ya le iba a tocar, el médico dijo que iba a cenar, así que ella se quedó esperando otra hora a que él regresara; después la atendió y pidió la medicina que le aplicaron después de dos horas y le dijeron que se podía ir, y que pasara por medicinas y receta a otro departamento”.
La verdad, la atención es pésima y si no te estas muriendo no te atienden porque no se dan abasto; y, como usted podrá imaginar, la desesperación hace presa de uno que está toda la noche esperando.
Al parecer, cada día es más insuficiente el servicio es un hospital que se hizo en la época de López Portillo y está totalmente saturado.
El antiguo hotel, que primero fue clínica y ahora consultorios en el Centro de la ciudad está también ya repleto de servicios.
Es necesario que se humanice el servicio que se les da a los derechohabientes, una medicina y un servicio de calidad, porque no es una dadiva del gobierno, uno lo está pagando con sus cuotas. Muchos no lo usamos nunca en la vida, porque sabemos que el servicio es tan malo que es preferible el sacrificio de pagar a un particular, que ir a sufrir durante días y horas en la institución.
La profesión de los médicos ha hecho que muchos la conviertan en un negocio particular, porque por la necesidad es algo en lo que uno paga sin rechistar, pero no se vale que en un servicio público te traten como si fueras a pedir limosna. La seguridad social es un programa extraordinario, pero esto se diluye cuando el trato es, como en esta ocasión, déspota y con prepotencia.
Al parecer, el trato preferente sólo se le da a los recomendados, que de repente llegan y se les abren todas las puertas.
Tenemos que hacer algo los mexicanos para que se trate a todos por igual; no hay porqué tratar mal a la gente humilde que está ejerciendo un derecho, no pidiendo una limosna. Mientras esto no lo entiendan los empleados del IMSS, las cosas seguirán funcionando mal.
Queremos para beneficio de todos un servicio cuando menos humano, si no puede ser de calidad. ¿No cree usted?

Por:  Teodoro Lavín León / totolavin@outlook.com

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