Una vez más la empresa Pullman de Morelos hace de las suyas. Ya quiso tirar la única casa que queda del esplendor de Cuernavaca en el sur de la ciudad, la famosa Casa De la Chica, y como no pudo, se dedicó durante todo el año a secar los hermosos árboles frente al Ayuntamiento con el pretexto de que estaban enfermos.
En la Casa De la Chica, que perteneció a una familia de morelenses distinguidos, como nos podemos dar cuenta, ya fue realizado el ecocidio tal y como acostumbra esa compañía que ha ganado miles de millones de pesos con los morelenses y que lo único que hace es sobornar a las autoridades para que todo le permitan. Ahora destruye el pulmón a un lado del parque Melchor Ocampo en la Selva con el mismo pretexto y la autoridad hace como que la Virgen le habla.
Aprovechando la pandemia y que las personas se encuentran recluidas en sus hogares, talan árboles de manera indiscriminada en el predio de Pullman de Morelos en La Selva, de Avenida Plan de Ayala. Las imágenes las hicieron llegar los habitantes del Barrio de Gualupita pidiendo que se hiciera la denuncia del ecocidio, dado que arrasaron con todos los árboles, dejando prácticamente limpio el terreno en cuestión.
Aún no se sabe si la empresa Pullman de Morelos cuenta con los permisos necesarios por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para realizar esta tala y, en caso de contar con ellos, se debe responsabilizar a quién los haya otorgado, dado que afecta de manera grave a uno de los pocos pulmones de Cuernavaca.
El impacto ambiental que traerá esta tala indiscriminada a uno de los pocos pulmones que existen en la ciudad de Cuernavaca será grave, por lo que se deberá denunciar en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Como antecedentes, no es la primera vez que esa empresa tala árboles sanos, como sucedió en el ya mencionado predio De La Chica en el centro de Cuernavaca, el cual también es propiedad de dicha empresa de transporte.
Y mire lo que declara la acémila del Secretario de Desarrollo Sustentable de Cuernavaca: “Te comento que desde el lunes este, que recibimos la denuncia, que lo estamos atendiendo y ya se hizo la inspección; no nos dejaban pasar, ya se hizo la segunda inspección, porque nada más anotamos lo que estaba por fuera fuimos a hacer una segunda ya con el encargado de Pullman, levantamos el acta. Ahorita tenemos los citatorios suspendidos por el tema de la pandemia, nada más va a quedar pendiente la comparecencia para determinar la sanción y la restitución”. O, lo que es lo mismo, podemos hacer lo que queramos y después de la pandemia veremos qué hacemos.
El colmo de la falta de profesionalismo. Somos la única capital de estado del país que no tiene una central camionera porque los señores no quieren gastar en ella, como sería su obligación después de que se han hecho ricos con la concesión del transporte federal con el dinero de los morelenses y de quienes nos visitan; lo mínimo que podrían hacer es invertir en una gran central en la orilla de la ciudad, como en todas las capitales y ciudades que se respeten.
Pero en Morelos la corrupción es tan grande que le han permitido a la empresa que tire, viole y acabe con el medio ambiente de la ciudad por una mordida económica que se reparten. Desde luego la empresa está defendida por uno de los grandes capos de cuello blanco que han hecho de Cuernavaca un lugar donde primero es el negocio y después la ciudad.
La molestia de los cuernavacenses es mucha. He tenido la suerte de que algunas de mis amistades me llamaran para decirme que los árboles estaban enfermos, lo que desde luego es una mentira; lo dicen por uno o dos muy viejos. Conozco el predio desde hace más de 50 años y la belleza selvática del lugar era maravillosa.
Pero, como hay un gobierno corrupto que por una lana deja que acaben con todo, las cosas así suceden y seguirán pasando si no se les marca el alto. Morelense, cuernavacense, tenemos que poner ese alto a esta serie de arbitrariedades. En verdad que parecemos unos collones porque no hacemos nada. Tenemos el ejemplo de Emiliano Zapata, pero ni así salimos de nuestro estado de confort; tenemos que detener a esos abusadores y explotadores de nuestra ciudad. ¿No cree usted?
TEODORO LAVÍN LEÓN
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