Si algo está haciendo mella en la vida diaria de los morelenses es el desorden en el que vivimos, y la falta de respeto a las normas establecidas es cada día mayor y se hace de manera totalmente consiente y cínica.

Desde luego, éste es el resultado de haber tenido una autoridad en la cual la impunidad era cosa de todos los días, razón por la que el ciudadano responde de la manera como lo hace.

Mire usted, es tan simple como el problema cada día más grave por la gran cantidad de rutas y de taxis que existe y cuyos beneficiarios son los primeros que se mueven de manera tan cínica.

Una mala costumbre: tanto taxistas como ruteros no respetan nada ni a nadie y se paran donde quieren; pero no sólo eso, en la cara de los policías de tránsito se pasan los altos o se atraviesan interrumpiendo el tránsito, y algo que podría ser fluido y fácil de solucionar se complica porque ellos quieren ser los primeros y les importan un bledo los demás y arruinan la circulación.

Eso es resultado de la falta de educación, parece están tan seguros de que nadie les hará nada que hacen lo que se les pega la gana. Y ése es el resultado del binomio más grave que está acabando con la civilidad en el estado, que da paso a la impunidad.

El investigador Luis García Correa se ha ocupado de definir las soluciones del problema. Veamos:

“Los pueblos que no son honestos ni participativos tienen autoridades deshonestas y no participativas, dictatoriales o, al menos, refractarias a considerar y hacer todo dirigido y orientado al bien de la comunidad.

“Se puede dar la paradoja de que una autoridad –un político que ha sido elegido, por ejemplo– diga y haga lo que le diga una empresa, o un grupo de ellas, imponiendo la arbitrariedad de unos pocos al conjunto de la sociedad.

“Esclavizar y beneficiarse por la corrupción, que es permitida por la falta de participación de quien le ha delegado la autoridad: el pueblo que no participa y que, seguro, hará algún comentario.

“Con bastante frecuencia se acusa a los corruptos y éstos siguen donde están. Y se vuelve a oír el comentario, la repulsa y la queja, pero sin que nadie haga nada, salvo quejarse individualmente.

“Las individualidades en la comunidad no tienen valor ni son efectivas.

“La honesta participación de la mayoría es absolutamente necesaria y es muy efectiva.

“La falta de la honesta participación, personal y social, en las necesidades de la comunidad es el origen de los males de esa comunidad.

“Hace unos años, las Asociaciones de Vecinos, Culturales, Deportivas… informaban: todos juntos buscaban y luchaban por el mismo objetivo, lo que traía como resultado la solución del problema.

“Hoy, ni siquiera las redes sociales son la vía para la honesta participación que dé su aportación a la solución. No hay mayorías.

“¿Qué se puede hacer..? Crear uniones -por las vías que sean–, pero crearlas para conseguir mayorías que, con honestidad y participación, vuelvan a exigir, dar y aportar la solución de los problemas.

“¡La honesta unión es la solución! ¡La honesta unión sigue siendo la solución! ¡Sin la honesta unión de la mayoría no se consigue la solución!”, afirma contundentemente el investigador.

Nuestro problema en Cuernavaca es que no existe la unión de sus ciudadanos, y la conclusión es: que por eso estamos como estamos. ¿No cree usted?

 

Por: Teodoro Lavín León

lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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