Formar un ser humano que tenga capacidad de acuerdo, carisma y un sentido social no es nada sencillo; la política es el arte de la inteligencia y hay muchos practicantes de la política, pero pocos son a los que podemos llamar políticos. Es innegable que todo ser humano nace con predisposiciones emocionales, tanto positivas como negativas, la cuestión radica en la posibilidad de cultivar las positivas para hacer florecer virtudes morales estables como la sabiduría y el decoro.

A través de la historia nos hemos dado cuenta de que existen funcionarios que se sienten políticos, pero que no son más que eso: funcionarios sin conciencia y sin dignidad, que llegan por el amiguismo y no tienen las convicciones ni la inteligencia necesaria para hacer política.

Lo vemos todos los días, funcionarios que llegaron gracias al voto ciudadano y que sólo están a favor de su conveniencia, de su partido o del gobernador en turno; eso no es ser político.
Político es que, dado un entorno, las predisposiciones morales -tanto las positivas como las negativas- hacen posible su desarrollo. Cierto es que todos nacemos con predisposiciones de vergüenza y de compasión o de maldad. La cuestión está en desarrollar las positivas para no dañar a los demás.

Las predisposiciones morales positivas son construcciones del individuo pero en ciertas condiciones sociales éstas se ponen a prueba; recuérdese que el hombre hace su historia pero bajo determinadas condiciones.

La labor del político es la debida preparación para enfrentar las condiciones imperantes. Ser bondadoso y recto, para el político, es un constante enfrentamiento con la realidad que regularmente se presenta en sentido contrario.

En la reflexión con la almohada, a la hora de dormir, el político responsable se debe de preguntar: ¿Qué mal hábito me ha sido posible abandonar? ¿Qué tentación me ha sido posible resistir? ¿De qué manera puedo mejorar mi labor política? El político debe vivir en la más constante evaluación de sí mismo para poder ser útil a los demás.

El político debe saber que los golpes de la vida y los golpes políticos y demás adversidades son inevitables, en algún momento de la vida se presentan. Así como se viven los triunfos, así habría que responder a los sinsabores o el sabor amargo de los malos momentos: con entereza, dignidad, humildad y carácter.

Se sabe que la mayor parte de las cosas mundanas que la gente persigue, como el dinero, fama, felicidad vida familiar, se debe a lo que se ha dado en llamar la lotería social; es decir, a la fortuna, que es regularmente caprichosa.

Son pocos los individuos que mediante un esfuerzo cotidiano y responsable pueden cambiar de posición social, salvo los corruptos que lo logran sin mayor esfuerzo.

Se debe saber, y lo debe saber el político, que el secreto de la felicidad es centrarse en las pocas cosas que sí están en nuestras manos y no en manos ajenas: por ejemplo, nuestras actitudes, juicios y reacciones.

Si se tienen excelentes actitudes ante la vida, los juicios más adecuados para cada caso y reacciones positivas y juiciosas, seguramente se tendrán pensamientos positivos y no será fácil que nadie nos obligue a pensar en lo negativo.

En este sentido, el político debe de saber que es posible encaminarse o dirigirse a un estado muy alto de conciencia de sí y para sí, a una adecuada visión de la unitaria y no dual naturaleza de la realidad definitiva, visión que le permitirá ser más eficaz para el interés común.

El problema más complejo que enfrenta el político para adquirir esta conciencia está en los retos que debe enfrentar en el mundo de las palabras y de los conceptos, que mayormente los construyen los poderosos para sus fines particulares y de clase.

En este sentido, se implica al político a unas cualidades básicas que las debe desarrollar en un proceso de formación que es indispensable. Atrofiar cualidades por una praxis excesiva es mala consejera para el político. Entonces, la disciplina en su formación es una virtud del buen político. ¿No cree usted?

Por: Teodoro Lavín León / lavinleon@gmail.com / Twitter: @teolavin

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